logouah3.gif (1938 bytes)UNIVERSIDAD DE ALCALA
DEPARTAMENTO DE FUNDAMENTOS DE ECONOMIA E HISTORIA ECONOMICA
Historia del pensamiento Económico
Profesor: C.M.Gómez Gómez

Adam Smith: una introducción a la Riqueza de las Naciones
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Adam Smith (1723-1790) es considerado a justo título el padre de la economía política moderna. En este tema del programa nos centraremos básicamente en el análisis su principal obra, Una Investigación Sobre la Naturaleza y la Causa de La Riqueza de las Naciones (1776), con la que se abre camino el pensamiento económico clásico.

 


1. La Filosofía General de la Riqueza de las Naciones
            1.1. El Tema de la División del Trabajo
2. La Teoría del Valoro_company.jpg (3393 bytes)
            2.1 la fuente del valor
            2.2 La medida del valor
            2.3. Precio Natural y Precio de Mercado
3. La distribución: los precios de los factores productivos
         3.1 Los salarios
                   3.1.1. Trabajo productivo e improductivo
              3.2 Ganancias e interés
              3.3 La renta
4. La síntesis: valor, distribución, acumulación y crecimiento


1. La Filosofía General de la Riqueza de las Naciones

En la riqueza de las naciones, no hay ningún apartado o capítulo expresamente dedicado al sistema filosófico, que pueda servirnos de referencia para la descripción del comportamiento económico. Sin embargo, la obra sí tiene un hilo conductor: en la economía como en los otros campos de la vida social existe un orden natural que es el resultado "simple y evidente" de la búsqueda permanente del interés personal en el marco del libre ejercicio de las tendencias innatas al individuo. Estas tendencias naturales de los seres humanos, que Smith analiza en la Teoría de los Sentimientos Morales (1759), son: el egoísmo, la facultad de la simpatía, el deseo de libertad, el sentido de la propiedad, el hábito del trabajo y la propensión a intercambiar. El juego de estas tendencias hacen que cada individuo persiga su propio interés, y que cada quien sea, al mismo tiempo, el mejor juez de su comportamiento y el agente más eficiente de sus intereses.

El ejercicio de estas tendencias constituye un juego sutil de pesos y contrapesos que son al mismo tiempo factores de equilibrio. El egoísmo está contrabalanceado por la facultad de la simpatía (que lleva a cada uno a ponerse en el lugar del otro y a reconocer y respetar su libertad y su propiedad), de modo que los frutos del trabajo personal pueden ser objeto de intercambio en el mejor interés de todos. Es así como la búsqueda del interés personal conduce al bien común. Una "mano invisible", organiza, equilibra, armoniza los intereses individuales en el bienestar colectivo, alcanzando el óptimo social como un resultado involuntario e ideal de la conducta espontánea de los hombres.

En gran parte, es gracias a la división del trabajo como la búsqueda del interés individual se convierte en la base de la cohesión social. Con la especialización, cada uno aumenta su productividad, y con ello aumenta también su excedente intercambiable. Pero, al mismo tiempo, cada cual se hace dependiente del trabajo ajeno ("el hombre tiene permanentemente necesidad del socorro de sus semejantes"). Pero, "en vano (cada quien) esperará que sus necesidades se atiendan apelando a la benevolencia del otro. Será mucho más seguro si se dirige a su interés personal y si le persuade de su propia ventaja que obtiene haciendo lo que de él se espera..... Dáme los que de tí necesito y yo te daré aquello de lo que careces" (p.46). En resumen, la búsqueda del interés personal conduce a cada uno a especializarse y a producir los bienes deseados por el otro. La consecuencia práctica es inmediata: hay que dejar hacer a los individuos, universalizar el laisser faire y la racionalidad individual conducirá de un modo natural a la racionalidad colectiva.

Esta forma de concebir el liberalismo es, para Smith, un principio universal; aplicable al caso simple del trueque pero también a la cada vez más compleja organización social de su tiempo; se refiere al comercio interior y también a los intercambios internacionales; es válido para la agricultura y también para la industria y los servicios. Cualquier ingerencia de estado es, por hipótesis, condenable. Se deben suprimir los estímulos, las subvenciones, los privilegios, los reglamentos de trabajo, los derechos de aduana, los tratados de comercio, los sistemas coloniales, las restricciones al movimiento de especias, etc. todos ellos obstáculos a la división internacional del trabajo y a la adquisición de bienes al mejor precio posible.

Por otra parte, el ejercicio del interés personal será imposible mientras haya monopolio, colisión para repartirse el mercado, rentas de situación, privilegios, etc. La competencia absoluta debe ser la regla de funcionamiento y es evidente que esta competencia sólo es compatible con la libertad y el laisser faire. Además, la competencia es el único modo de garantizar que cada quien podrá explotar lo mejor de sus cualidades, obteniendo la remuneración justa y aportando su plena contribución al bienestar colectivo.

El hecho de que la búsqueda del interés personal esté relacionada directamente con el bienestar colectivo, le aporta a los negocios una justificación teórica y moral particularmente bienvenida. Estas tesis sólo podía ser bien recibidas por aquellos cuyo espíritu de empresa estaba limitado por las barreras heredadas del mercantilismo y es fácil comprender el exito y la perdurabilidad del discurso de Smith entre los empresarios del naciente capitalismo. Pero, a pesar de todo, Smith sabe apreciar los matices. El sabe que el éxito económico es el origen de las alianzas para la repartición del mercado y de los monopolios, y que la debilidad crea la necesidad de protección, de ayudas y privilegios. Ahora bien, si tales situaciones aparecen y se mantienen, es fundamentalmente porque el estado lo permite. En ausencia de privilegios las imperfecciones del mercado no se podrán mantener por largo tiempo. En suma, como muchos liberales, el libre ejercicio del interés personal destruirá finalmente todas las posiciones privilegiadas que no coincidan durablemente con el bienestar colectivo.

En esta concepción de la vida económica, el Estado ideal es el Estado mínimo. Ciertamente, el gobierno no debe intervenir para nada en la vida económica corriente y su papel se limita exclusivamente al cumplimiento de tres deberes de la mayor importancia. El primero es la defensa de la nación contra las agresiones externas; el segundo administrar justicia; el tercero proveer los servicios y bienes colectivos indispensables que el sector privado no producirá a causa de la insuficiencia de los beneficios que ofrecen ( canales, rutas, puertos...) Estos principios son, también lo dice Smith, "claros, simples, y al alcance de una inteligencia media".

1.1. El Tema de la División del Trabajo

Desde la introducción Smith afirma que: "es el trabajo anual de una nación lo que ofrece a su consumo anual todas las cosas necesarias para la vida" (p.33). Este producto total con respecto a la población servirá para definir el bienestar, y si suponemos que existe una estrecha relación entre población y empleo, será entonces la productividad media del trabajo lo que constituya el indicador esencial de la prosperidad. Así las cosas, la primera cuestión relevante a responder es: ¿qué determina la productividad del trabajo?.

La respuesta a esta cuestión abre el Libro I: "las mas grandes mejoras en la potencia productiva del trabajo... se deben al parecer, a la división del trabajo". Pero en esta expresión única , Smith esconde dos conceptos distintos. En primer lugar, la división del trabajo se puede ver como la especialización de tareas al interior de la empresa. Es bien conocido el ejemplo de la fábrica de alfileres elegido por Smith, en el que el aumento de la productividad se analiza como el resultado de la estrecha especialización de los obreros en las distintas etapas de elaboración del producto. En este caso el crecimiento de la productividad es el resultado de tres factores: de la habilidad excepcional que se adquiere cuando uno se consagra exclusivamente a una única operación, del ahorro de tiempo que se consigue cuando no se pasa constantemente de una tarea a otra, y de las innovaciones técnicas que puede suscitar el conocimiento perfecto del propio trabajo. El progreso de la productividad depende entonces de las posibilidades técnicas de fragmentar el proceso de producción. Smith resalta que en la agricultura la separación de las labores no se puede llevar tan lejos como en la industria, de modo que "en este arte, la potencia de la productividad del trabajo no hace progresos tan rápidos como en las manufacturas" (p.41). Resaltemos también que el análisis de Smith sirve para explicar los rendimientos crecientes; en efecto, si podemos dividir el trabajo al mismo tiempo que aumenta el empleo, la productividad media aumentará a la par con el crecimiento de factor trabajo en la manufactura.

La segunda forma de ver la división del trabajo resulta de un proceso de mercado (Libro I, Cap. 3). El crecimiento del mercado conduce a la especialización de un número cada vez mayor de productores privados independientes produciendo cada uno de ellos para a venta. Tal especialización es la consecuencia racional de una "tendencia natural" que "lleva a las personas a traficar, a hacer trueques e intercambios de una cosa por otra"(p.47). Un productor independiente que quiera maximizar su excedente intercambiable tendrá interés en aumentar la producción de su trabajo, es decir en especializarse, siempre que tal especialización sirva para satisfacer las necesidades de otro. Podemos resaltar dos cosas en esta acepción de la división del trabajo. La primera es que la especialización, si bien es la causa de la división del trabajo, es también el efecto. Cada quien debe insertarse en una división heredada por la historia, que jugará como una restricción y limitará la movilidad social y profesional. "la diferencia, dice Smith, entre los hombres dedicados a las profesiones más opuestas... parece provenir mucho menos de la naturaleza que de la costumbre y de la educación" (p,50). La segunda idea es más importante: el intercambio, necesario para que se produzca la división del trabajo, está limitado por la extensión del mercado. A un mercado estrecho le corresponde una débil división del trabajo; el aumento del tamaño del mercado y el de la riqueza social van a la par.

2. La Teoría del Valor

El segundo problema que aborda Adam Smith (Libro I, Cap. 3) guarda una estrecha relación con el primero. Si división del trabajo e intercambio son indisociables, ¿cómo se determina entonces el valor que sirve de base al intercambio? En primer lugar, es necesaria una precisión conceptual. Smith resalta que hay dos significados diferentes: el valor de uso (que es la utilidad del objeto) y el valor de cambio (que es la capacidad del objeto para adquirir otro). Estos dos valores pueden oponerse como lo muestra la paradoja del agua y los diamantes: el agua, un bien muy útil, tiene poco valor, en tanto que un diamante, bien inútil, tiene un elevado valor de cambio. De esto se sigue que la utilidad no puede servir para fundar una teoría del valor de cambio, es decir, para explicar los precios de mercado. Hará falta esperar cerca de 100 años, a los teóricos de la utilidad marginal para volver a reconducir este punto de vista.

Si la utilidad no puede explicar el valor de cambio, entonces ¿cómo se determina este? La complejidad del análisis de Smith y su ambiguedad viene del hecho de que él buscaba responder a dos cuestiones diferentes, que no supo distinguir con claridad: la primera consiste en saber cuál, o cuales son las fuentes del valor. En ese caso se trata del problema de la causa del valor. La segunda consiste en saber cómo medir el valor y se trata entonces de la selección de una unidad de medida. Si comparamos el problema del valor al de la distancia recorrida por un móvil, podríamos decir que la velocidad y el tiempo son las causas de la distancia recorrida y que el número de metros es la unidad de medida.

2.1 la fuente del valor.

En una sociedad primitiva, en la que hay pocas personas, no se utiliza capital en la producción y la tierra es muy abundante, se producirá únicamente con trabajo. Para obtener un bien, cada quien puede producirlo con su trabajo o adquirirlo contra otro producto de su propio trabajo; entonces, el précio de todo intercambio (la relación de equivalencia entre dos bienes) no puede estar basado más que en cantidades de trabajo incorporadas en los distintos bienes. Si éste no fuera el caso, el mecanismo de arbitraje entre la producción y el intercambio no llevaría a la igualdad. Evidentemente, este razonamiento supone que la utilidad se rechaza como principio explicativo y, en estas circunstancias y con estas hipótesis, la teoría del valor trabajo es una verdad en sí misma: una tautología.

Pero a la sociedad primitiva se opone la sociedad evolucionada en la que los capitalistas poseen y utilizan bienes de capital, y la tierra es escasa de propiedad privada y sus propietarios la alquilan. En este caso el análisis es más complicado. Smith adelanta dos teorías del valor contradictorias entre sí. La primera sólo se esboza y se descarta, y será la segunda por la que finalmente se decante Smith .

En la primera explicación, Smith resalta que, "en éste estado de cosas el producto del trabajo no pertenece en su totalidad al obrero. Hay que compartirlo con el propietario del capital que le hace trabajar" (p.74). De modo entonces que el "valor que los obreros añaden a la materia se distribuye en dos partes, una que paga los salarios y la otra los beneficios que hace el empresario sobre la suma de fondos avanzados en forman de materiales y salarios" (p.73) Si, como dice Smith, es el obrero el único que produce y, más exactamente, el único que crea un valor añadido (un excedente), las consecuencias lógicas son que: (1) debemos conservar la teoría del valor trabajo para el caso de una sociedad evolucionada, y (2) es necesario concluir que el beneficio es una parte confiscada del trabajo. Esta será la via que siga Marx, pero no la de Adam Smith.

Smith cambia de óptica y se dirige hacia una segunda teoría. En la sociedad evolucionada, para producir cada bien se requieren tres factores productivos: el trabajo, la tierra y el capital. Cada uno de los tres factores percibe una remuneración y la suma de las mismas constituye el valor de cambio. La teoría del valor se convierte así en una teoría del coste de producción. Al mismo tiempo, esta segunda teoría del valor se debe completar con una teoría de la distribución; es decir, con teorías particulares sobre el salario, los beneficios y la renta. La solución retenida por Smith al problema de la determinación del valor, es evidentemente incompatible con la precedente y no es para nada una teoría del valor trabajo. Pero, de cualquier modo, la posición definitiva de Smith es suficientemente clara: "salario, beneficio y renta, dice, son las tres fuente primarias de cualquier ingreso así como de todo valor intercambiable" (p77).

2.2 La medida del valor:

Surge entonces un nuevo problema: ¿debemos elegir el dinero, un bien, o cualquier otra cosa para medir el valor? Para Smith la mejor escala de medida es el trabajo ¿pero en qué sentido? Supongamos un individuo que no posee nada. El único modo que tendrá tal individuo de adquirir bienes es trabajar, ya sea para producir directamente bienes para su propio uso o para poder adquirir en el mercado utilizando su salario. Así, "el precio real de cada cosa, lo que cuesta cada cosa realmente para aquel que quiere obtenerla es el trabajo y la pena que se debe imponer para obtenerla"(p.61) Esta es, según la expresión consagrada, "la teoría del valor trabajo pedido" y que Smith resume del siguiente modo: "el valor real de las diferentes partes constitutivas del precio se mide por la cantidad de trabajo que puede comprar o ordenar cada una de ellas" (p.75)

Antes habíamos insinuado que la teoría del valor trabajo es una tautología desprovisto de contenido. Por ejemplo, si una hora de trabajo se paga a 10 pesetas, un objeto que vale 100 pesetas permite comprar diez horas de trabajo; esto es evidente, pero no tiene ningún interés particular. Sin embargo, no hay que olvidar que Smith vá algo más lejos. Para él, la hora de trabajo es la unidad de medida correcta del valor ya que ella representa para cada individuo en todo tiempo y lugar "la misma porción de su reposo, su libertad, de su alegría" (p.65). Sin duda alguna se trata de una hipótesis heroica: cómo aceptar que la primera hora de trabajo es tan penosa como la última, o que la hora del perezoso y suponga la misma desutilidad que la del motivado, o que el sacrificio que implica una hora de trabajo es el mismo ahora y dentro de mucho tiempo. A pesar de los reparos que podamos poner, el trabajo es el precio real de cada cosa, precisamente porque es la unidad de medida subjetiva universal de la pena o de la molestia.

Evidentemente, en la práctica y por razones de comodidad, los precios se expresan en dinero (precio nominal) y no en trabajo (precio real). Podríamos también preguntarnos si los precios nominales son acaso una buena medida del valor. En todo rigor, no, ya que el valor en términos de trabajo del oro y de la plata se modifican con el tiempo lo que los convierte en una unidad variable de medida. Pero, ¿podemos aceptar el dinero como una buena aproximación?, Smith piensa que para el corto plazo sí. En cuanto al largo plazo, Smith prefiere el trigo cuya relación con el trabajo le parece mucho más estable: "De un siglo a otro, el trigo es una mejor medida que el dinero por que, de un siglo a otro, cantidades similares de trigo servirán para ordenar cantidades similares de trabajo (aunque no equivalen a cantidades similares de dinero). Al contrario, de un año a otro, el dinero es una mejor medida que el trigo, porque cantidades similares de dinero contratarán más o menos la misma cantidad de trabajo" (p.69-70)

2.3. Precio Natural y Precio de Mercado (Libro 1, Cap. 7)

Como hemos visto, el valor de cambio, se descompone en salarios, beneficios y renta. En un momento dado, existe en la economía una "tasa media y ordinaria" para los salarios, para los beneficios y para la renta, denominada "tasa natural". Debemos explicar como se forman estas "tasas". El precio de un bien es la suma de las tasas naturales, Smith se referirá a él como "precio natural". Este modo de razonar implica, que las tasas naturales no cambian, y que el precio natural permanece constante y en consecuencia, que la curva de oferta permanece horizontal.

¿Qué relación existe entre el precio de mercado y el precio natural? La respuesta dependerá de la relación existente entre la oferta, dada a corto plazo, y la demanda efectiva; esta última se define como la demanda de los individuos dispuestos a pagar el precio natural, es decir como la demanda de equilibrio que atrae efectivamente a la mercancía al mercado y que asegura que los factores de producción puedan obtener su remuneración natural.

Si la oferta a corto plazo es inferior a la demanda efectiva existirá un déficit (OA) y la competencia entre los compradores establecerá un precio por encima del precio de equilibrio (P1). Si la oferta es superior a la demanda efectiva, existirá un excedente (OB). La concurrencia entre vendedores establecerá el precio por debajo del precio natural (es decir P2). Imaginemos una situación de déficit que conduce al precio P1. En este caso, los factores de producción se remunerán por encima de su tasa natural. Trabajo y capital se desplazarán hacia el sector en cuestión y, si se trata de un producto agrícola, se le dedicará más tierra. El resultado es que la oferta crecerá, reduciendo progresivamente el déficit. El equilibrio se obtendrá en O, cuando el precio de mercado alcance su precio natural. Evidentemente, para una situación excedentaria, será valido el razonamiento inverso al anterior. En resumen, la movilidad de los factores productivos asegura que el precio natural sea el centro de gravedad alrededor del cual fluctúan constantemente los precios de las mercancías" (p.83)

Evidentemente, a los oferentes les interesa ajustar su producción a la demanda efectiva. Si la oferta es muy baja, los nuevos productores harán aumentar la oferta y si es muy elevada, habrá que retirar capital del sector. De modo que, según Smith," la suma total de la industria empleada anualmente se aproxima así de un modo natural a la demanda efectiva" (p.83) Resaltemos además que, en equilibrio, este mecanismo implica una ley de determinación de la renta: los ingresos de los factores son exactamente suficientes para absorber el valor de la producción (con lo que la oferta y la demanda agregada están en equilibrio)

3. La distribución: los precios de los factores productivos (Libro 1, Cap.6)

Llegados a este punto se plantea una cuestión importante: ¿cómo se determinan las tasas de salario, de beneficio y de renta?; ¿son simples promedios, o Smith tiene una teoría de la remuneración de los factores?.

3.1 Los salarios (Libro 1, cap.8)

Mixta y ecléctica, la teoría de los salarios de Smith contiene en germen prácticamente todos los ingredientes de lo que los economistas clásicos dirán sobre la cuestión. Podemos presentarla distinguiendo el corto y el largo plazo.

En el corto plazo, Smith aplica la teoría del fondo de salarios. Esta responde en primer lugar a la siguiente cuestión: ¿de donde vienen en un momento dado, los fondos destinados a pagar a los trabajadores? Estos provienen de la recuperación, a través de la venta de los productos, de los salarios inicialmente adelantados para la producción. De otro lado, también provienen del ahorro de los capitalistas que podrá servir para adelantar salarios suplementarios. De este modo, el "fondo salarial", que se reproduce y aumenta con el ciclo productivo, fijará la demanda monetaria de trabajo. Frente a tal demanda monetaria se encuentra la oferta de brazos (fija a corto plazo). El fondo de salarios, dividido por la oferta de brazos determinará el tipo de salario. En la práctica, el precio se determinará a través de la negociación entre las dos partes, reflejando el estado de la oferta y a demanda. El tipo de salarios puede aumentar siempre que el fondo de salarios crezca más rápidamente que la oferta de brazos. En este caso, la competencia jugará a favor de los obreros.

Esta teoría levanta muchísimas cuestiones que serán el objeto de ulteriores debates en la literatura clásica. Una primera serie de cuestiones se refiere a la demanda de trabajo. ¿qué asegura que la totalidad de los salarios recuperados se vuelva a invertir en trabajo? ¿qué hace que el ahorro se invierta? y, en esa inversión, ¿que parte se consagrará al trabajo y que parte a las máquinas?, ¿acaso la productividad del trabajo afecta tal distribución?, etc. Además, la llamada doctrina del fondo de salarios, no puede explicar más que la demanda de trabajadores productivos, es decir, de aquellos de los que se puede recuperar el salario avanzado. ¿Qué pasa entonces con los salarios de los trabajadores que Smith considera improductivos (domésticos, funcionarios, etc...)?. Otro conjunto de cuestiones concierne a la oferta de brazos: ¿podemos considerarla fija a corto plazo?, en particular ¿es válido suponer que ésta reacciona positivamente al tipo de salario? ¿o acaso negativamente ya que con salarios altos es más fácil ganarse la subsistencia?, de modo general, la teoría del fondo de salarios elude todos los problemas relacionados con la oferta de trabajo.

En el más largo plazo, Smith apela a una teoría del salario de subsistencia. Dos razones pueden servir de justificación teórica. La primera es el desequilibrio del poder de negociación del mercado de trabajo; en efecto, capitalistas y obreros no están en condiciones de igualdad; "los primeros se entienden entre ellos (tácita o secretamente y muchas veces en la ilegalidad), los segundos carecen del derecho de asociarse y, cuando lo hacen, caen en el exceso y en la violencia, lo que sólo lleva al castigo y a la ruina de los jefes de la revuelta". Además, cuando estalla la revuelta social, el tiempo juega en contra del obrero, ya que el maestro puede esperar en tanto que el obrero no. La consecuencia de esta correlación de fuerzas es clara: a la larga los capitalistas terminarán siempre por establecer su precio. La segunda razón se parece a lo que dirá Malthus 22 años más tarde; para Smith el volumen de la población está limitado por los medios de subsistencia y si los salarios crecen por encima del mínimo de subsistencia, la población crecerá, lo que aumentará la oferta de brazos y hará disminuir los salarios.

Si combinamos los puntos de vista del corto plazo (la doctrina del fondo de salarios) y del más largo plazo (desequilibrio y salario de subsistencia), la evolución de la tasa de salario corriente aparece como el resultado de dos fuerzas contradictorias: una fuerza dinámica, que, cuando el crecimiento es sostenido, empuja los salarios al alza, y una fuerza de anclaje, que presiona la remuneración del trabajo hacia el salario mínimo de subsistencia. En el caso de un crecimiento acelerado, los salarios crecerán, pero esto no puede perdurar; antes o después, la disminución de la tasa de beneficios, frenará necesariamente la acumulación de capital, dejando el camino para que se establezca el mínimo social histórico.

El último aporte de Smith sobre la cuestión de los salarios se refiere a la explicación de las diferencias salariales. Estas dependen del carácter más o menos agradable del trabajo, de la duración y del coste de la formación necesaria, del grado de regularidad en el empleo, de las responsabilidades asumidas, de la probabilidad más o menos grande de éxito. La competencia sobre el mercado de trabajo no iguala los salarios en todos los empleos, pero sí las ventajas netas de cada uno de los empleos. Esta explicación, sin embargo, se refiere sólo a la oferta de trabajo y no de la demanda; pero proveerá el marco de discusión de la economía política clásica sobre las cuestiones de las diferencias salariales. Smith tampoco dejará de añadir que las imperfecciones de la competencia (reglamentaciones diversas, movilidad imperfecta, información insuficiente...) influirán igualmente en el abanico de salarios.

3.1.1. Trabajo productivo e improductivo (Libro 2, Cap.3)

El capitalista anticipa una parte del capital monetario a los obreros bajo la forma de salarios, con el fin de que constituyan un "fondo de víveres" en la espera de la producción futura. Este "fondo de salarios" forma parte del capital y se refieren a los trabajadores productivos. Pero ellos no constituyen la totalidad del empleo. Existen igualmente trabajadores improductivos. Esta distinción es crucial para Smith. Desafortunadamente, una confusión enmascara la idea general: intentemos separarla en dos.

La idea general es que debemos considerar productivo el trabajo que se integra en el conjunto del capital. En este caso, el empresario que anticipa el salario, lo recupera vendiendo el producto y percibe (al menos normalmente) un beneficio. El trabajo productivo tiene por lo tanto la propiedad de asegurar a perennidad los fondos que lo remuneran, y de otra de dar lugar en principio a un beneficio que remunera el anticipo de fondos y el riesgo. El trabajo improductivo tiene la característica de un gasto en consumo para aquel que paga el salario: no solamente no hay beneficio sino que el fondo no se recupera. En suma, el salario del trabajador improductivo es un gasto de ingreso.

Smith ilustra inmediatamente esta idea con el ejemplo del obrero y el sirviente "aunque el primero recibe el salario que le anticipa su maestro, él no le cuesta de hecho gasto alguno, el valor de los salarios se recuperará con beneficio en el aumento del valor del sujeto al que se aplica el trabajo". Pero la subsistencia consumida por el sirviente no se recupera en parte alguna. Un particular se enriquece contratando una multitud de obreros fabricantes y se empobrece contratando una multitud de sirvientes."(p.157)

Una vez planteada esta idea general nace una confusión. El obrero es productivo porque el resultado de su trabajo se vende en el mercado, lo que permite a su empleador recuperar sus fondos y hacer un beneficio. Pero, dice Smith, para que haya venta hace falta que el trabajo se fije en un producto, de ahí la idea de asociar trabajo productivo a la fabricación de objetos materiales. Al contrario, el trabajo del sirviente no se puede vender "porque se desvanece en el momento mismo en que se produce", de ahí la idea de asociar trabajo improductivo a producción de servicios.

Este criterio de materialidad no parece pertinente. El empresario de espectáculos avanza salarios a su mano de obra, los recupera y hace un beneficio vendiendo los tickets de entrada. Aquí hay trabajo productivo y producción de servicios. A la inversa, el jardinero que hace salir las flores en el parque de su amo produce bienes materiales pero su salario no se recuperará. La dicotomía bienes servicios no se corresponde en nada con la de trabajo productivo e improductivo.

Debemos situar esta distinción, ahora abandonada por la teoría económica, en la lógica de la teoría del crecimiento. Que el trabajo improductivo sea honorable y útil es algo que para Smith está fuera de duda, pero su criterio no es un criterio de "bienestar" sino de crecimiento. De ahí resulta que la utilidad del trabajo no es un criterio de su productividad. Desde este punto de vista podemos decir que las críticas posteriores de Say, Lauderdale y McCulloch están particularmente mal fundamentadas. Como el crecimiento descansa sobre el capital (directa e indirectamente por la división del trabajo), nuestro autor se conduce lógicamente a considerar como productivo el trabajo que permite mantener y extender el capital nacional, de ahí la oposición, según él entre los obreros y el consumo de servicios personales e igualmente entre los obreros y los agentes de la administración.

Es fácil actualmente replantear el debate. El trabajo del abogado y el del juez mejoran la seguridad de los contratos y ¿no son entonces productivos según el propio punto de vista de Smith?. A este tipo de objeción, Smith responde que "la producción, la tranquilidad, la defensa de la cosa pública, que son el trabajo de un año, no pueden servir para comprar la protección, la tranquilidad, y la defensa que hará falta el año siguiente" (p.158), ¿Seguro? si admitimos que este tipo de trabajo hace aumentar el producto, el crecimiento que le es imputable puede entonces considerarse como reconstitutivo (en parte, en su totalidad o en más) de los fondos destinados a emplear al policía y al militar del año siguiente.

Como vemos: aunque uno acepte entrar en su lógica, la distinción de Smith no está desprovista de ambiguedades. Otros clásicos eminentes (como Malthus y J.S.Mill), la conservaron y ensayaron corregirla pero sin verdadero éxito. Hay que quedarse, sin embargo, con la lección esencial: la nación se enriquece y crece con la abstinencia y la acumulación, y se empobrece por la prodigalidad y el consumo. A pesar de las dificultades ulteriores, es sobre estas bases en que se plantea la cuestión del trabajo productivo e improductivo.

3.2 Ganancias e interés (Libro 1, Cap. 9)

Para Smith, como para todos los clásicos, la ganancia es la remuneración del capital lo que no tiene nada que ver con la remuneración del trabajo de inspección y dirección el cual forma parte del análisis general del salario. La ganancia se paga entonces sobre el monto total del capital empleado. Esta proporción, por unidad de tiempo, se denomina "tasa de ganancia".

El capital es un anticipo sobre la producción futura, con independencia de que tome la forma de salarios adelantados a los trabajadores, de materias primas, de máquinas o de construcciones. La ganancia, como remuneración de este anticipo, es, en primer lugar, la remuneración del tiempo que separa la inmovilización del capital de la venta del producto. Pero, la recuperación del capital avanzado no es nunca segura, por lo que el beneficio debe remunerar igualmente el riesgo. La suma de un interés puro y de una prima de riesgo es, en palabras de Smith, la " ganancia bruta"; deduciendo de esta última la prima de riesgo obtenemos la "ganancia neta".

¿Se tienden a igualar las tasas de beneficio? El capital, se dirigirá a los usos más rentables, lo que igualará las tasas de ganancia neta pero no la de ganancia bruta. En efecto, la igualación sólo se producirá para los usos de riesgo comparable. Las diferencias de tasas de ganancia, que observamos a menudo, son entonces el resultado de diferentes primas de riesgo ligadas a los diferentes usos del capital. Sobre el plano empírico, una de las características fundamentales de la tasa de ganancia es su extrema variabilidad, lo que hace difícil sino imposible obtener una medida exacta de la misma.

El capital anticipado puede haber sido tomado en préstamo por el capitalista. Ese capital prestado se remunerará por la tasa de interés, que depende de la oferta y de la demanda de fondos prestables. La tasa de interés aparece entonces como una redistribución de beneficios y es entonces lógico que fluctúe con la tasa de ganancia, manteniéndose siempre por debajo de ella. Podemos entonces hacernos una idea de las fluctuaciones de la tasa de ganancia observando las del tipo de interés. Cuando la tasa de ganancia es elevada, la demanda de capitales será mayor y la parte correspondiente al pago de intereses será también elevada. Inversamente, la parte del interés será pequeña si la ganancia es baja. Finalmente, ¿comporta el interés una prima de riesgo? en principio ésta se fija en un contrato, el préstamo es menos arriesgado que la inversión, pero el prestamista puede incumplir su obligación de pagary, en consecuencia, los préstamos comportan un cierto riesgo que deberá ser compensado con una prima.

¿Qué dice Smith, en cuanto a la evolución de la tasa de ganancia?. El observa, en primer lugar, que sus fluctuaciones se inscriben entre dos límites. El más bajo es el que compensa solamente las pérdidas accidentales; el nivel mínimo de la tasa de ganancia es entonces igual a la prima de riesgo. El nivel más alto corresponde a la situación en la cual la renta es nula y el salario está al nivel de subsistencia.

A largo plazo, Smith piensa que la tasa de beneficio tiende a la baja. En primer lugar, porque en las fases de crecimiento sostenido, la tasa de salario crece y este aumento, todo lo demás constante, se hace en detrimento de la tasa de ganancia. Según Smith, la competencia de los capitalistas acentuará el fenómeno (aunque, en tanto el producto sea creciente, no parece que tenga que ser forzosamente así). En todo caso, la razón principal es otra y la podemos resumir del siguiente modo: entre las oportunidades de invertir los capitalistas elegirán las más rentables, y se orientarán luego paulatinamente hacia las menos rentables. Si razonamos en un universo finito, en el que las ocasiones de inversión constituyen un stock que no se renueva, es concebible la baja de la tasa de ganancia por la desaparición progresiva de oportunidades de inversión. Smith resume su idea del siguiente modo: "a medida que los capitales se multiplican en un país, el beneficio que se puede obtener de su empleo disminuye necesariamente: cada vez se hace más difícil encontrar en ese país una manera rentable de emplear el nuevo capital" (p.189). En suma, concluye él "en un país que alcance el último grado de riqueza", la tasa de ganancia y el salario serán bajos; la tasa de interés, limitada por la de ganancia, será también baja de modo que nadie podrá vivir de sus rentas. Evidentemente, el conjunto de la argumentación deja de ser válido si admitimos el progreso técnico, las innovaciones, el descubrimiento de nuevos mercados, el nacimiento de nuevos productos, etc., renovando sin término de las oportunidades de invertir.

3.3 La renta (Libro 1, cap.11)

La renta es el "precio pagado por el uso de la tierra". La definición es sin duda menos precisa que la que dará Ricardo más tarde, pero su contenido es el mismo. "Uso de la tierra" significa según la fórmula ricardiana el "derecho a explotar las facultades productivas e imperecederas del suelo". La renta no debe confundirse entonces con el beneficio del capital invertido en la tierra (que se explica del análisis anterior). En la práctica, el ingreso pagado al propietario de la tierra tiene a menudo un carácter compuesto: será, al mismo tiempo, renta y ganancia (ya que en general los propietarios han mejorado sus tierras). Pero no se trata, como dice Smith de una "adición a la renta primitiva y el propietario exige una renta aunque sólo sea por la tierra sin mejoras"(p.115-116). Se trata entonces, como en todos los clásicos, de la remuneración de la tierra sin mejoras.

Además, la tierra es un factor de producción particular. Al igual que el capital es un factor apropiado; pero, a diferencia del mismo, su oferta es fija y se supone que no tiene usos alternativos: sólo sirve para la agricultura y para un tipo particular de producción agrícola.

¿Cómo se determina la renta? En la agricultura la tasa de salario y de beneficio son las del conjunto de la economía (esto está asegurado por la movilidad de tales factores). Sobre el precio de los productos agrícolas, el granjero paga entonces los salarios, amortiza su capital y extrae su ganancia. Si sobra algo, éste será el ingreso del propietario de la tierra. No puede ser de otro modo, ya que los salarios y los beneficios no pueden ser superiores a los de otra parte de la economía, la competencia y la movilidad anularán rápidamente las diferencias. La renta tiene entonces la naturaleza de un excedente diferencial: lo que queda un vez remunerados los factores.

De este análisis resulta que ciertas tierras no serán cultivadas (aquellas que no pueden remunerar el trabajo y el capital a sus precios corrientes), que otras se cultivarán pero no reportarán renta alguna (aquellas cuyo excedente es nulo) y que la renta de las demás depende del precio de venta del producto, de la fertilidad, de la localización, etc. Para saber si una tierra reportará renta, la cuestión importante a plantear es entonces la siguiente ¿el precio del producto final es o no suficiente? Esto, responde Smith, "depende de la demanda". En resumen la teoría de Smith es la siguiente: supongamos una tierra agrícola cultivada en toda su superfície y sin otro uso posible. Una vez sustraidos los gastos de salarios y los beneficios, el resto constituye la renta. De este modo, como dice Smith, "hay ciertas partes del producto de la tierra cuya demanda debe ser siempre tal que reporten un precio más elevado del que basta para hacerlo venir al mercado; hay otras cuya demanda puede ser alternativamente tal que reportarán o no un precio mayor al precio suficiente. Las primeras deben proveer una renta a su propietario, las segundas algunas veces darán una renta y otras no, según las circunstancias de cada caso" (p.117)

Evidentemente, Smith resalta que a veces es posible un cambio de afectación de las tierras (por ejemplo el paso de la agricultura a la ganadería), de modo que una tierra sin renta para un producto puede obtener renta para otro; no obstante, el mecanismo fundamental de determinación de la renta no se modifica (sólo las cantidades ofrecidas los precios de los productos y el valor de las rentas).

Concluyamos introduciendo la teoría de la renta en el contexto de la teoría del valor de Smith. Vemos que se plantea un problema de coherencia. En efecto, como el propio Smith resalta, "el tipo bajo o elevado de salarios y de beneficios es la causa del elevado precio de las mercancías, la tasa elevada o baja de la renta es el efecto del precio" (p.117). Pero, en la teoría del valor, la renta es un determinante del precio. Entonces ¿es la renta determinada por el precio o es determinada por él? La obra de Smith no permite extraer ninguna respuesta convincente a esta contradicción, sobre la que volveremos en otros temas del programa.

4. La síntesis: valor, distribución, acumulación y crecimiento (Libro 2)

Disponemos ahora de todas las piezas necesarias para la reconstrucción del puzzle de la teoría del crecimiento de Adam Smith. La producción supone una acumulación previa de capital (una anticipación lógica y cronológicamente) y una cierta división del trabajo (sinónimo de un cierto nivel de productividad). El valor de la producción se descompone como hemos visto, en salarios (de trabajadores productivos), ganancias y rentas.

¿Cuáles son los usos de los ingresos así distribuidos? Los salarios de los trabajadores productivos se gastan íntegramente en bienes de consumo, lo que reconstruye los fondos iniciales de salarios. Los beneficios y las rentas tienen una afectación más compleja. En primer lugar, se produce una redistribución a través del tipo de interés, por el pago de los prestatarios de capitales a los prestamistas. De otro lado, una parte de los beneficios servirá para remunerar a los trabajadores improductivos y una parte de la ganancia y la renta se gastará en bienes de consumo. El empleo dependerá entonces de la importancia de la renta y de los beneficios. Más exactamente, para Smith, la renta es la base del tratamiento privilegiado de los trabajadores improductivos. Sus ingresos también se gastarán en bienes de consumo. Una vez efectuados todos esos gastos, el resto constituye el ahorro y es sobre esta base que se acumula el capital.

Pero, ¿hay en todo esto una teoría del ahorro? ¿Obedece esta fracción del conjunto de ganancias a variables económicas tales como el ingreso, el tipo de interés, etc..)? Es inutil buscar en Smith la respuesta a estas preguntas. Como mucho, debemos darnos por satisfechos con consideraciones psicológicas, sociológicas e históricas o con ideas un tanto vagas sobre el "espíritu de ahorro" y la "prodigalidad"; "los capitales aumentan a través de la abstinencia; disminuyen por la prodigalidad y la mala conducta"(p.167); de este modo, se oponen el principio que "nos lleva a gastar" y el que "nos impulsa a ahorrar" es decir, "la pasión por las diversiones actuales" y "el deseo de mejorar nuestra suerte"(p.172-173).

Si los factores que determinan la distribución consumo-ahorro permanecen en la penumbra, no ocurre lo mismo con la afectación del ahorro. Para Smith (y para la mayor parte de los clásicos), el ahorro se invierte automáticamente. De hecho, hay una identidad práctica entre ahorro e inversión; de un lado porque los individuos que ahorran e invierten son los mismos, de otra parte, porque el motivo para ahorrar es la inversión y no la acumulación monetaria. Pero ¿que significa invertir el ahorro? Para Smith, en primer lugar, el ahorro es una inversión suplementaria en el fondo de salarios, demandando nuevos trabajadores productivos o aumentando el número de horas de trabajo, lo que conducirá al aumento del tipo de salario y, en un plazo mayor, al aumento de la población y de la fuerza de trabajo. Una vez pagados, los salarios se consumen con lo que vemos que el ahorro se diluye en el consumo. En suma el ahorro no es una fuga del circuito económico. En Smith existe un principio claro de determinación de la renta, ya que según su célebre expresión "lo que se ahorra anualmente es también consumido regularmente y casi al mismo tiempo, pero es gastado por otra clase de gente". No deja de resultar curiosa esta relación entre el ahorro y el consumo que puede expresarse por la siguiente identidad: ahorroºinversiónºaumento del fondo de salariosºaumento del consumo.

La acumulación de capital, además de lo dicho, conduce al crecimiento económico. En primer lugar, porque la fuerza de trabajo productivo crece; pero también porque esto sirve para llevar más lejos la división del trabajo lo que aumenta la productividad. Como hemos visto, la desaparición gradual de las oportunidades de invertir amortizará paulatinamente la acumulación de capital. Smith cree, en definitiva, en el crecimiento económico pero en un modelo finito.
 
Versión: oct/98