logouah3.gif (1938 bytes)UNIVERSIDAD DE ALCALA
DEPARTAMENTO DE FUNDAMENTOS DE ECONOMIA E HISTORIA ECONOMICA
Historia del pensamiento Económico: apuntes
Profesor: C.M.Gómez Gómez


 
INTRODUCCIÓN
2. Dos precursores. 
3. La Teoría Monetaria de los ciclos de Hawtrey
4. E. von Hayek: "Precios y Producción". 
5. Sobrendeudamiento y deflación: Irving Fisher.  
6. La Teoría de Schumpeter 
 
INTRODUCCIÓN

En el agitado período de entre guerras se abre una fase de dudas y revoluciones que culmina en los años treinta. Las dudas nacen, en primer lugar, de la evolución coyuntural. Está claro que el enfoque neoclásico, centrado en el equilibrio de los individuos, de las empresas y de los mercados, está mal equipado para el estudio de las fluctuaciones. Las crisis de 1920 y, sobre todo, la gran crisis de 1929-1933, ponen en evidencia la insuficiencia de la teoría de los ciclos y la necesidad de nuevas reflexiones sobre el tema. Las teorías de las crisis y las fluctuaciones que aparecen en la época constituyen fundamentalmente una extensión de la teoría económica a un dominio del que realmente no se ocupaba la corriente principal.

A continuación, también se pone en duda la hipótesis de competencia pura y perfecta en los mercados reales. Esta cuestión se cristaliza en la crítica de la teoría marshaliana de la determinación simétrica de los precios, en la discusión sobre el poder de monopolio y en el reconocimiento de diversas estructuras de mercado. Las teorías de la "competencia monopolística" y de la "competencia imperfecta" que se desarrollan en la época contestan los resultados de la microeconomía usual y recuperan la validez de sus instrumentos de análisis. En ese sentido limitado se puede hablar de una "revolución". Este será el tema de la siguiente unidad del programa.

Con la revolución keynesiana se abre una nueva época. J. M. Keynes es incontestablemente uno de los economistas más influyentes de toda la historia, y su obra principal, la Teoría General del Empleo, el Interés Y el Dinero (1936), marca un antes y un después. En este caso, de lo que se trata es de un cambio en el paradigma, es decir, del cuestionamiento de las hipótesis y de los conceptos del momento, en beneficio de un nuevo tipo de análisis económico. Sobre esta ruptura con la economía política de su tiempo, Keynes afirmaba: "estoy convencido de estar en escribiendo una obra de economía que va a revolucionar profundamente -tal vez no inmediatamente, pero en el curso de los próximos años- la forma de entender los problemas económicos" (carta a G. B. Shaw). A la teoría general dedicaremos un tema del curso.

Presentado este panorama general podemos concentrarnos en el tema de esta unidad del programa.

Con A. Aftalion antes de la primera guerra, y J. M. Clark en un artículo de 1917, aparecen dos precursores que atribuyen al "principio de aceleración" un papel destacado en el nacimiento y la morfología de los ciclos (primera parte). Pero sólo es en los años treinta cuando se conocen desarrollos fundamentales en la teoría de los ciclos, aunque éstas están marcadas por la diversidad de objetivos, la desigualdad de sus contribuciones y el eclecticismo de sus explicaciones. Es así como R. G. Hawtrey propone una teoría monetaria de los ciclos (segunda parte). Por su parte, F. von Hayek defiende una tesis original basada en las deformaciones de las estructuras productivas que se producen como consecuencia de las políticas abusivamente expansionistas -una teoría eclipsada por su rival keynesiana pero redescubierta y reevaluada en los años sesenta (tercera parte)-. Hay que añadir, también aquí, la contribución de Irving Fisher en un artículo importante consagrado a la "gran crisis", en el que resalta los peligros del sobrendeudamiento en una coyuntura deflacionista (cuarta parte). Finalmente hay que examinar la tesis de Schumpeter, desarrollada en su Business Cycles (1939), para quien las olas de innovación constituyen el fundamento esencial de la dinámica del sistema capitalista.

2. Dos precursores Aftalion y Clark.

2.1. A. Aftalion y las crisis de sobreproducción:

En 1908-1909, el economista francés Albert Aftalion (1874-1956) propone su teoría de las fluctuaciones económicas, en dos artículos publicados en la Revue d´Economíe Politique, y posteriormente desarrollados en su obra Les Crises Periodiques de Surproduction.

Tal teoría enlaza con la rama de la tradición clásica que rechaza la ley de Say e insiste en el carácter recurrente de la crisis. Como sabemos Malthus era el representante principal de esta corriente; aparte de ello, Aftalion también estaba particularmente interesado en otro autor: Sismondi (1773-1842) a quien consagró un voluminoso estudio biográfico.

Pero el objetivo de Aftalion va más allá de una reflexión sobre aquella corriente de reflexión clásica. Para él, de lo que se trata, en primer lugar, es de sustituir la noción de crisis por la de ciclos y, en segundo lugar, de "construir una imagen general de los ciclos". "La crisis, sostiene él, cuya emergencia han tratado de explicar Malthus y Sismondi, no es más que una fase de un conjunto cuyos aspectos dominantes son su periodicidad, su generalidad y su carácter internacional". En resumen, añade: "la crisis sólo nos muestra la cadencia del ritmo, como la rima lo hace con el verso".

Aftalion buscará la explicación de las fluctuaciones en la naturaleza capitalista del sistema económico. Apoyándose explícitamente sobre las ideas de Böhm-Bawerk, constata en primer lugar que el capital es un desvío de la producción cuyo propósito es aumentar la productividad. "Si, dice en su artículo de 1909, en lugar de abordar inmediatamente la confección de objetos de consumo, preferimos fabricar un gran número de capitales y de bienes intermedios, es con el objetivo de abreviar los tiempos de trabajo, sobre todo en la última etapa del proceso de producción; en la fase de los bienes de consumo". Además, hay que considerar que existen dos categorías fundamentales de bienes: aquellos que están "alejados de las necesidades" (los bienes de capital) y aquellos que se destinan a satisfacer necesidades (los bienes de consumo). Aftalion encontrará la explicación de las fluctuaciones cíclicas en la articulación cronológica y técnica de la producción de estos dos tipos de bienes.

Las nuevas inversiones plantearán dos problemas fundamentales. El primero es que éstas no rinden sus resultados inmediatamente y éstos sólo se realizan después de cierto tiempo. Esta es una cuestión de hecho. "nuestras estadísticas, dice Aftalion, sacan a plena luz una de las amenazas más características de la técnica capitalista: el largo período necesario para la fabricación de capitales fijos" (les Crises, libro 11. c.3.1.). Así, principio de aceleración se deduce con facilidad. Si se supone, como hace Aftalion, que existe una relación constante superior a la unidad (v) entre la capacidad de producción medida por el stock de capital (K) y la producción de bienes de consumo (C), todo aumento de la demanda de bienes de consumo (dC) se traducirá en un aumento de la demanda de bienes de inversión (dK=I) que será superior a la anterior. En efecto, si K = v.C, entonces dK=I=v.dC con v>1. De este modo surge el problema técnico del efecto de aceleración.

El segundo problema surge del anterior. Al principio de la expansión, la economía se encontrará frente a un doble desafío: el de la necesidad técnica de una inversión elevada y el de la restricción cronológica que supone el retraso en su realización. Estas características se encuentran fácilmente en las estadísticas que examina Aftalion. Las fluctuaciones de la inversión son de mayor amplitud y retrasadas con respecto al ciclo general de los negocios.

De este modo se desencadenan los "mecanismos de la prosperidad". En los dos sectores de la economía fluyen los pedidos, los ingresos distribuidos aumentan y la demanda de bienes de consumo se acentúan aún más. Frente a la subproducción, crecen los precios. Como los costes salariales son objeto de una cierta rigidez, también aumentarán los beneficios. En estas condiciones el ahorro, abundante, se dirigirá hacia las empresas, apoyado por el aumento del crédito. Mientras persista la impresión de que la economía esta subcapitalizada, seguirá creciendo el volumen de inversión.

El cambio de coyuntura se debe precisamente a la errónea percepción anterior. Si la economía parece estar subcapitalizada en la fase de expansión sostenida; a partir de un cierto momento, esa sensación se deberá únicamente al retraso entre las órdenes y las entregas de bienes de capital. Hará falta que los empresarios pongan término a sus pedidos, mientras estén a tiempo, y se den cuenta de que la maquinaria una vez en su poder será suficiente para satisfacer la totalidad de sus necesidades. Pero, resalta Aftalion: esto será difícil de prever mientras domine la sensación de euforia.

Tenemos ahora todos los ingredientes para que estalle la crisis. En primer lugar la demanda disminuye a causa de la satisfacción relativa de las necesidades y del aumento de precios. A esto se añade, en segundo lugar, la disminución específica del consumo de las "clases sociales que no participan en la producción industrial" y a las que la inflación conduce a un comportamiento de ahorro forzado. La tercera razón es también fundamental: la producción se verá ahora como muy abundante.

La continuación del escenario es la fase de depresión. Resulta evidente que la economía está sobrecapitalizada. Los pedidos y la fabricación de bienes de capital caerán brutalmente. La demanda continuará cayendo, los precios también, y, como dice Aftalion : "a los empresarios les faltará el valor necesario para aumentar el utilaje existente". La subcapitalización dará nuevamente lugar a la subproducción".

2.2 El perfeccionamiento del principio de aceleración: John Maurice Clark (1884-1963)

Utilizado por Aftalion en una teoría global de las fluctuaciones en la que los retrasos de las entregas de bienes de capital juegan un papel esencial, el acelerador es definido con precisión y reformulado en un artículo célebre de J. M. Clark. (La aceleración en los negocios y la ley de demanda. Journal of Political Economy, marzo,1917).

El punto de partida de Clark consiste en considerar que, en lo que concierne a su stock de capital, todo productor debe tomar dos tipos de decisiones que no obedecen a las mismas determinantes. La primera consiste en reemplazar el equipo y los stock de materias primas y productos semielaborados. Así, si K es el stock de capital y n su duración, su tasa de obsolescencia será igual a h=1/n y, en el momento t, se escribirá como:

Irt = h Kt                                 (1)

La segunda decisión se refiere al aumento del equipo, las materias primas y del stock de capital para poder responder a un crecimiento de la demanda. Suponiendo que la tecnología impone un coeficiente de capital (v) entre el stock de capital (K) y el producto (Y), tendremos:

Int = Kt+1 - Kt = v (Yt+1 -Yt) = v DYt+1             (2)

Reformulando la ecuación (1) para introducir v, tenemos:

Irt = h.v.Yt                     (3)

Entonces, según las ecuaciones (2) y (3), tenemos que la inversión neta Int es proporcional a la variación de la demanda (principio de aceleración), en tanto que la inversión de reemplazamiento (Irt) es proporcional al nivel de la demanda.

Combinando estas ecuaciones, podemos representar la inversión total en el momento t (It), la inversión total en el momento t-1 (It-1), y la variación de la inversión entre ambos momentos del siguiente modo:

It = v (Yt+1 - (1-h)Yt)
It-1 = v(Yt - (1-h) Yt-1)
DIt = v (DYt+1 - (1-h)DYt)
De este modo podemos observar que la disminución del ritmo de crecimiento de la demanda puede conducir a una disminución absoluta de la inversión. Para esto basta que:
DYt+1< (1-h)DYt

tal caída de la inversión será tanto más elevada en cuanto mayor sea el coeficiente de capital, y ocurrirá con una probabilidad tanto mayor cuanto más baja sea la tasa de reemplazamiento (es decir en cuanto mayor sea la duración o la vida de los equipos).

Por estrecho que parezca, el análisis de Clark tiene el mérito de explicar que existen dos parámetros técnicos (la tasa de reemplazamiento y el coeficiente de capital), que, sin necesidad de nada más, permiten dar cuenta de la inestabilidad crónica de los gastos de inversión. Sin embargo, esta mecánica es incompleta: como veremos más adelante, será la combinación del multiplicador keynesiano y del acelerador de Samuelson en 1939, los que darán lugar posteriormente a una teoría completa de los ciclos.

3. La Teoría Monetaria de los ciclos de Hawtrey.

En su libro Trade and Credit (1928) y particularmente en The Art of Central Banking (1932), Ralph G. Hawtrey (1879-1971), avanza una teoría monetaria de las fluctuaciones que combina los movimientos del crédito, del dinero y de los encajes bancarios en el marco del sistema de patrón oro tal como éste funcionaba antes de la primera guerra mundial. Los trabajos de Hawtrey se concentran básicamente en los ciclos anteriores a 1914.

Según Hawtrey, la recuperación del ciclo está promovida por una expansión inicial del crédito. Esta se producirá siempre que los bancos tengan un exceso de liquidez, una posición que puede heredarse de la depresión anterior y en la que el banco central puede (debido a la liquidez del sistema), y debe (para relanzar la economía), reducir la tasa de descuento.

La disminución del coste del crédito que se produce como resultado de la reducción de la tasa de descuento puede tener consecuencias benéficas importantes. Para que esto ocurra bastará con que existan algunos agentes económicos cuyas condiciones financieras se vean modificadas profundamente. Para Hawtrey, estos agentes son los comerciantes. Intermediarios entre productores y consumidores, los comerciantes compran y venden volúmenes considerables de mercancías sin comprometer un gran capital personal. En consecuencia, la rentabilidad de sus negocios depende considerablemente de las condiciones de crédito. Un crédito barato les lleva a aumentar sus inventarios y a acelerar el ritmo de sus pedidos a los fabricantes. Además, la actividad de los fabricantes puede verse también estimulada por la reducción de tipos. Pero, en este caso el efecto será más débil debido al mayor peso relativo de sus recursos propios dentro del total de los recursos de los fabricantes.

De este modo se puede acelerar la recuperación económica. Esta continuará según los movimientos acumulativos habituales de las fases de expansión. La demanda incrementada de los fabricantes hará crecer la producción y el empleo, los ingresos monetarios distribuidos aumentarán y con ello crecerá también la demanda de los consumidores, los inventarios disminuirán y se formularán nuevos pedidos a los productores. Este flujo sucesivo de ingresos y de gastos monetarios interactuarán en la fase expansiva del ciclo. En este movimiento general juega un papel evidente el aumento en la velocidad de circulación del dinero del mismo modo que la expansión continua del crédito.

Así como el crédito está en la base de la expansión, estará también en el origen del cambio de tendencia. Esto se debe a dos razones:

- La primera es que el crecimiento de los créditos concedidos puede, con una gran probabilidad, ir más allá de lo razonable. En efecto, el aumento de los préstamos y de los descuentos por parte de los bancos entraña la expansión de los depósitos, lo que aumenta el retiro del efectivo y disminuye la liquidez bancaria. Este mecanismo podría llevar a la autolimitación del crédito. Pero, según Hawtrey, el problema se encuentra en que este efecto se produce con retraso. Así, cuando salen a la superficie los problemas de liquidez, el volumen de crédito es ya excesivo y la necesaria contracción del mismo debe hacerse por métodos radicales.

- En la segunda razón entra en juego el patrón oro. El aumento de los precios que acompaña la expansión, compromete la estabilidad de la moneda local, pesa sobre los intercambios y amenaza con ocasionar salidas de oro. En una coyuntura monetaria difícil por la liquidez bancaria, el banco central se verá forzado a frenar la distribución de créditos y a aumentar la tasa de descuento.

De ahí la primera conclusión de Hawtrey: si se abandona el patrón oro y se acepta el aumento de los precios, la expansión del crédito podrá asegurar una prosperidad prolongada y continua. Si no, las restricciones del patrón oro van a conducir a un cambio en la tendencia del ciclo económico.

La fase de depresión que se desencadena puede describirse invirtiendo la mecánica descrita cuando nos referimos a la fase de expansión. Pero, también en este caso lo importante a resaltar es la tendencia natural a la exageración. En efecto, la liquidez de los bancos mejora por el reembolso de los créditos. La reconstitución de los encajes se produce con retraso con respecto a la contracción del crédito. De allí resulta que los bancos podrían reemprender su actividad prestadora mucho antes de lo que efectivamente lo hacen. Este retraso plantea el riesgo de la sobreliquidez y conduce a un aumento rápido y acelerado del crédito una vez que ha pasado el fondo del ciclo.

Cualquiera que sea el caso, la restauración de la liquidez bancaria y la baja de tipos que acompaña a la recesión son, en general, factores suficientes para iniciar e impulsar la recuperación. Si este no fuera el caso, si el pesimismo del ambiente impidiera a la demanda de crédito estar a la altura, deberá intervenir el banco central reduciendo la tasa de descuento. Hawtrey, optimista, pensaba que una política de dinero barato terminaría por desencadenar los mecanismos de la recuperación.

El conjunto del análisis anterior permite a Hawtrey extraer una conclusión general: antes de 1914, el ritmo general de los ciclos está dictado por las reglas automáticas de funcionamiento del patrón oro. En cuanto tal automaticidad está atenuada o no existe en absoluto, Hawtrey constata que las fases de expansión y de recesión no se suceden ya con la misma regularidad. Las fluctuaciones coyunturales, según él, siguen existiendo debido a la inestabilidad del sistema de crédito. La explicación monetaria de Hawtrey mantiene entonces su actualidad. Pero con la crisis de los años treinta llega el momento de construir teorías más avanzadas.

4. F.A.. von Hayek: "Precios y Producción". (1931)

La publicación de Precios y Producción, en 1931, marca un momento importante en la historia del análisis económico. En efecto, en esta obra Friedrich August von Hayek (1889-1992) presenta la primera explicación teórica de la crisis de 1929. Algunos años más tarde en 1936, la Teoría General de Keynes se impondrá como una teoría alternativa, aunque, el propio Hayek se encargará de apostillar cuarenta años más tarde que el triunfo de Keynes sólo fue momentaneo. Así, en el prefacio de la edición de 1975, Hayek sostiene que: "Durante algunos años se consideró que las explicaciones de la crisis y las depresiones presentadas en este libro eran las principales rivales de las ideas de fuego de Lord Keynes, que desde entonces conquistaron la audiencia. En el curso de los años de posguerra y en particular desde la muerte de Keynes, sus ideas fueron admitidas por la mayor parte de los economistas y, durante un cuarto de siglo, dominaron exclusivamente la política económica y financiera ...Todos los gobiernos occidentales se embarcaron en una política de aceleración de la inflación que, lo admito, tuvieron un éxito mayor al que yo esperaba, en mantener la prosperidad y el pleno empleo. Sin embargo, su fracaso definitivo también era inevitable, precisamente por las razones expuestas en la primera parte de mi pequeño libro".

Estos puntos de vista, así como la visión de la economía de Hayek pueden consultarse en sus alocución presidencial  de 1936 en el London Economic Club Economics and Knowledge  y su ensayo de la American Economic Review, publicado en 1945, con el título  The Use of Knowledge in Society o, en la página Web dedicada al autor.
4.1 La estructura de la producción:

El punto de partida de Hayek, y el fundamento de su concepción sobre la estructura de la producción, se encuentra en las ideas de Böhm Bawerk sobre la naturaleza del capital. Su primer objetivo es el de precisar los conceptos: siguiendo Böhm-Bawerk, la tierra y el trabajo constituyen los "medios originales de producción". Los "bienes de consumo" son evidentemente aquellos que satisfacen las necesidades finales. Todos aquellos bienes que se sitúan entre los medios originales y los bienes de consumo serán denominados "productos intermedios". Estos son entonces, las materias primas, los productos semielaborados, las máquinas, el equipo y los inventarios de productos terminados, es decir, en suma, el capital. En lo que se refiere al capital, la distinción pertinente es aquella que ya utilizó Von Wieser entre los "bienes específicos" y los "bienes no específicos". Los primeros no se pueden utilizar más que en una etapa determinada de la producción en tanto que los segundos no están sujetos a esta restricción tecnológica para su empleo. El conjunto de medios originales de producción y de bienes intermedios constituye los "bienes de producción". Desde el punto de vista de la distribución de los ingresos, Hayek hablará de los bienes de producción como "factores de producción" dando lugar a los salarios, la renta y al interés.

La combinación de los medios, o factores, originales, y de los bienes intermedios se organiza (y este es el segundo objetivo de Böhm-Bawerk) según un sistema secuencial en el que el tiempo y la productividad están estrechamente relacionados. Lo que en efecto caracteriza a toda producción capitalista, es que "este modo de organizar la producción permite, prolongando el proceso de producción, obtener una mayor cantidad de bienes a partir de una cantidad dada de medios originales de producción", de manera que "dentro de límites realistas, siempre que aceptemos esperar el tiempo suficiente para producirlos, podemos aumentar indefinidamente la producción de bienes de consumo a partir de una cantidad dada de medios originales de producción" (p.101-102). En todo esto tenemos los ingredientes esenciales del análisis de Böhm-Bawerk: la productividad del "desvío de producción" y de "la espera".

Para ilustrar su propósito, Hayek echa mano de un ejemplo numérico simple integrado en el esquema siguiente (p.61):

En cada estado de elaboración de los bienes de consumo, se utilizan dosis sucesivas de medios originales de producción. Estas, a su vez, se combinan con los bienes intermedios fabricados en la etapa anterior para obtener los bienes intermedios que se venderán en la etapa siguiente, y así sucesivamente, hasta la etapa final. De este desvío de la producción resultan dos consecuencias que constituyen según Hayek las amenazas fundamentales de todo esquema capitalista.

- La primera es que la movilización de los factores originales es mucho más importante para la producción de bienes intermedios que para la de bienes de consumo.

- La segunda es que la totalidad de los gastos en bienes de producción durante un período cualquiera es superior a los gastos en bienes de consumo. Observemos, en efecto, que el razonamiento de Hayek no se refiere al valor añadido si no a los gastos totales efectuados. De este modo, resalta Hayek: "hemos estimado que en Estados Unidos, las compras de bienes de consumo no representan más que alrededor de la doceava parte de las compras de bienes de producción de todos los tipos" (p.112). Si calculamos la relación entre el valor de los bienes numérico de arriba, obtendremos: (8+16+24+32)/40=2.

Hayek resalte que este cálculo constituye igualmente una medida de la duración media del desvío de la producción.

Llegados a este punto, y antes de seguir paso a paso el desarrollo del análisis, conviene resaltar cuatro aspectos:

1. La economía en cuestión está en una situación de estado estacionario de manera que el valor de los bienes de consumo producidos es igual al de los ingresos de los factores (salarios, rentas e intereses).

2. El ejemplo se construye en términos de valor y no de volumen de manera que "el excedente obtenido gracias al desvío de la producción no aparece en el esquema" (p.107)

3. En cada etapa del proceso, el valor del producto excede los gastos de producción en el montante de los márgenes de beneficios (o las ganancias en sentido estricto). En equilibrio, como subraya Hayek, "estos márgenes se confunden con el interés" (p.142). En un ejercicio de simplificación, no se introducen tales márgenes en el ejemplo numérico. Para sortear esta dificultad, Hayek supone que el interés se "asimila a la retribución de un factor primario de producción, además del salario y de la renta"(p.142) (la espera). El interés, no explicitado en el ejercicio numérico, se introducirá luego cuando se trate de los cambios o el paso de una estructura a otra.

4. El dinero se introduce del siguiente modo: "mientras que los bienes de desplazan desde arriba hacia abajo sobre el gráfico, debemos considerar que el dinero se desplaza en la dirección contraria; en primer lugar se entrega a cambio de los bienes de consumo, luego remonta hasta que, después de un número de etapas intermedias, sea entregado bajo la forma de ingresos a los propietarios de los factores de producción quienes a su vez, lo utilizarán para la compra de bienes de consumo"(p.1120). A fin de simplificar su razonamiento, Hayek supone que esta circulación monetaria es proporcional exactamente a la circulación de bienes en cada etapa del proceso productivo de manera que "la relación entre el dinero gastado a cambio de los bienes de consumo y la demanda total de productos intermedios es igual a la relación entre la demanda total de bienes de consumo y la demanda total de productos intermedios. Bajo esta hipótesis, circulación monetaria y circulación real se superponen exactamente.

4.2 La flexibilidad de la estructura de producción:

La estructura de producción es una realidad técnica en un momento dado, pero no es inmutable. Esta estructura permanecerá o no estable "según que los empresarios estimen conveniente o no reinvertir en la fabricación de bienes intermedios la proporción habitual de ingresos conseguidos con la venta de los productos que surgen de las etapas de producción de la que ellos se ocupan" (p.114). Esta voluntad de reinvertir dependerá evidentemente de los precios de venta (y en consecuencia de la demanda de la etapa ulterior) y de los precios de compra de aquellos bienes intermedios utilizados (es decir de la oferta de la etapa anterior). Es decir, los precios relativos condicionan la elección de la estructura productiva debido a que estos condicionan los beneficios obtenidos en cada etapa.

La estructura de producción demostrará su flexibilidad cuando los precios relativos cambien. Sin embargo, esta no será inmediata (el ajuste lleva su tiempo), ni perfecta (la existencia de bienes específicos puede complicar el proceso de adaptación). Pero, en todo caso, los ajustes de la estructura económica son los que deben resolver los desequilibrios.

No obstante, y esa es la base del razonamiento de Hayek, estos desequilibrios pueden ser de dos tipos fundamentalmente diferentes.

- El primer tipo de desequilibrio nace de una decisión voluntaria de los agentes económicos en lo que concierne a su arbitraje entre bienes presentes y bienes futuros. Si se pretende, por ejemplo, consumir más en el futuro, aumentará el ahorro presente para invertir en un proceso de producción más prolongado, y la demanda se desplazará de los bienes de consumo hacia los bienes intermedios.

- El segundo tipo de desequilibrio, se impone a los individuos, y proviene de una decisión de política económica. En este caso se tratará básicamente de una variación de la cantidad de dinero que disponen los empresarios para comprar bienes de producción.

Como veremos más adelante, el primer tipo de desequilibrio se resuelve naturalmente y conduce a un nuevo equilibrio estable, en tanto que el segundo "asume necesariamente la forma de una crisis económica" (p.124)

4.3 Modificación de la estructura de producción como resultado de un aumento voluntario del ahorro:

Retomemos el ejemplo numérico anterior y supongamos que los consumidores ahorran e invierten la cuarta parte del ingreso monetario del período (es decir 10). No debe sorprendernos que este ahorro se acumule. En este caso, estamos en presencia de una teoría clásica del ahorro. Si el dinero ahorrado busca un uso, el tipo de interés descenderá en el mercado de capitales. Pero, es el tipo de interés el que va a determinar el saldo de inversiones rentables. Su disminución hará aparecer como rentables inversiones que antes no lo eran. Las empresas tendrán incentivos para invertir, lo que en el lenguaje de Hayek significa la compra de bienes intermedios y una prolongación del proceso productivo. En consecuencia, surgen dos cuestiones:

- La primera consiste en saber cuál será la nueva relación entre el valor de los bienes intermedios y el de los bienes de consumo. El valor de los bienes de consumo se establece ahora en 40-10=30. Los 10 de ahorro se invierten y el valor de los bienes intermedios será ahora igual a 80+10=90. De manera que la relación entre ambos es de 3. De este modo sabemos cuál es la nueva duración del período de producción.

- La segunda cuestión consiste en saber cuál será ahora el nuevo número de etapas del proceso de producción. Siendo el nuevo período medio igual a 3, mientras que antes era igual a 2 para cuatro etapas de bienes intermedios, Hayek supondrá que las relaciones se mantienen y que ahora existen 6 etapas intermedias sucesivas en el proceso productivo.

Estos resultados permiten a Hayek construir un nuevo diagrama, del que extrae la siguiente conclusión: "si comparamos los dos gráficos, observaremos que el cambio consiste en estirar el flujo monetario que va desde los bienes de consumo a los medios originales de producción. Este flujo es ahora, por así decirlo, más largo y más estrecho". (p.118).

No hace falta tomar literalmente la disminución que podemos observar en el ingreso monetario, contrapartida de la producción de bienes de consumo. El hecho de que éste haya pasado en el nuevo estado estacionario de 40 a 30, no significa que el ingreso real haya disminuido. Todo lo contrario: el volumen de bienes de consumo disponibles es ahora mayor que antes. Esta es la consecuencia de la adopción de una técnica de producción más prolongada. Dicho de otro modo: si bien es cierto que el ingreso monetario de una unidad de factor de producción ha disminuido un 25 %, los precios de los bienes de consumo han bajado aun más.

Dicho esto, subsiste un problema importante: ¿cómo se pasa de la primera estructura de equilibrio a la segunda?. La respuesta de Hayek tiene que ver con el movimiento de los precios relativos. En efecto, la demanda aumentada de bienes de inversión y la disminución de la demanda de bienes de consumo hace aumentar los precios relativos de los primeros con respecto a los segundos. De allí resulta que los empresarios estarán más dispuestos a desplazar su actividad hacia el sector de bienes intermedios cuya oferta aumenta. Es de este modo como los recursos productivos se reorientan progresivamente del valle hacia la cima igualando en cada etapa los márgenes de beneficios y "alargando" progresivamente la estructura de producción a medida que las inversiones multiplican las etapas.

En resumen, el nuevo ahorro, al disminuir el tipo de interés, hace rentable un desvío más largo que antes de la producción. Este se abre camino a través de un movimiento de los precios relativos de tal modo que en cada etapa del proceso se igualan los márgenes de beneficios, que ahora son menores que antes. Con una masa monetaria constante disminuye el ingreso monetario pero aumenta el ingreso real. Una vez alcanzada la nueva situación de equilibrio estacionario, el producto per-cápita es mayor que en el equilibrio precedente. Estas son las consecuencias favorables del ahorro en una economía en la que los individuos saben esperar a que los métodos de producción más prolongados den sus frutos.

4.4 Modificación de la estructura de producción como resultado de un aumento en la cantidad de dinero:

Si en el caso precedente, la economía pasaba de una estructura de producción equilibrada a otra igualmente estable, esto se debía a que se modificaban los comportamientos. La economía se conducía suavemente por los nuevos deseos de sus agentes. En el caso que ahora nos ocupa, la situación es completamente diferente. El cambio en la cantidad de dinero constituye una nueva restricción a la que debe reaccionar el sistema, en primer lugar, a través de una expansión artificial y, a continuación, mediante una crisis inevitable. Esto es lo que Hayek intentará demostrar.

Por comodidad de la exposición (y también por que es lo que hace Hayek), presentaremos primero las estructuras de producción para interesarnos luego en cómo se produce el paso de una a otra.

El punto de partida del razonamiento está en la variación de la cantidad de dinero. Hayek supone una creación monetaria de 40 en contrapartida de la concesión de créditos a los productores. ¿cómo se modificará a partir de allí la estructura de producción?.

Es lógico suponer que el nuevo dinero será invertido, ya que los créditos se distribuyen a los productores.

De acuerdo con las hipótesis del modelo, el proceso de producción se prolonga proporcionalmente y pasa de 4 a 6 etapas intermedias. Por el momento el consumo permanece fijo en 40. En total, la nueva estructura se establece mecánicamente como aparece en el diagrama. Es decir, con una homotecia de 4/3, la estructura es exactamente la misma que resultaba de un aumento de 10 en el ahorro (como vimos arriba). Comparando las dos estructuras, Hayek puede concluir: "el producto expresado en cantidades físicas de cada etapa de producción, comprendida la última será en consecuencia el mismo... la única diferencia es que los valores nominales de estos bienes aumentan en un tercio" (p.121).

Pero, como en el caso precedente, ¿terminará aquí la historia?. Ciertamente no. Entre las dos situaciones existen dos diferencias fundamentales. La primera es que la relación entre los gastos de consumo y el ahorro acumulado bajo la forma de bienes intermedios no corresponde con aquella que es deseada por los consumidores. La segunda es que, contrariamente al caso anterior en que los ahorradores obtenían finalmente los beneficios de la renuncia temporal a ciertos gastos, en este caso son los empresarios los que obtienen beneficios de la creación de dinero mientras que el sacrificio es soportado por los consumidores en general.

Estos consumidores son sometidos a un proceso de ahorro forzado del que van a tratar de huir restableciendo las proporciones antiguas. En este sentido es en el que Hayek califica de "artificial" la estructura resultante de producción. La estructura "natural", la que corresponde a los deseos de los agentes, está dada por el diagrama. Las proporciones son las mismas de la estructura inicial; sus valores son compatibles con la nueva circulación monetaria (160 contra 120), es decir, una multiplicación general por 4/3.

En total, según la afortunada expresión de Kaldor, la sucesión de estas dos estructuras de producción constituye un "golpe de acordeón", del efecto concertina que, según Hayek, caracteriza al ciclo económico.

Admitiendo las estructuras descritas, podemos ahora plantearnos el problema dinámico, es decir, del paso de una estructura a otra. Tal dinámica es la del ciclo económico.

- Primera fase: origen de la expansión. Para que la inversión crezca y se adopten formas de producción más prolongadas, hace falta que caiga el tipo de interés. En el caso del ahorro voluntario, esta caída es el resultado de un cambio de comportamiento que se traduce en el desplazamiento hacia la derecha de la función de ahorro. En ausencia de este desplazamiento, cualquier tentativa de aumentar las inversiones habría conducido a un aumento de tipos dando al traste con cualquier veleidad. El "freno que supone el tipo de interés" según la expresión consagrada, es lo que asegura la estabilidad del sistema y que la tasa de interés permanezca en su nivel "natural". Pero este equilibrio se rompe si a la oferta de ahorro se añade, en el mercado de capitales, un aumento del dinero de nueva creación. Este no será aceptado por los prestatarios si no desciende la tasa de interés por debajo de su tasa natural. En ese caso, se podrán realizar inversiones nuevas, de un lado porque la baja de tipos las hace rentables, y, de otra parte, porque el dinero de nueva creación permite su financiamiento. Se reconoce fácilmente en esta línea de razonamiento el proceso wickselliano al que echa mano Hayek para construir su teoría. Utilizando su vocabulario diremos que "la elasticidad de la oferta de dinero" es la condición necesaria para que aparezca una fase de expansión.

- Segunda fase: el boom. Los empresarios utilizan el dinero prestado para la compra de bienes intermedios y de factores originales, lo que hará aumentar sus precios respectivos. La producción de bienes intermedios se hace de este modo más rentable, la industria de bienes de consumo liberarán factores de producción que se dirigen hacia del valle hacia la cima de la estructura productiva. Este desplazamiento no se produce sin fricciones. Los bienes no específicos pueden desplazarse fácilmente, al igual que el trabajo, pero los bienes específicos son por hipótesis mucho menos móviles. Esto es lo que explica que el consumo pueda mantenerse un cierto tiempo a su nivel inicial (los bienes específicos se encuentran sobre todo en la última etapa del proceso de producción). Del modo que sea, inevitablemente disminuirá la oferta de bienes de consumo, los precios de tales bienes aumentarán, y tendrá lugar el proceso de ahorro forzado. Es entonces gracias al ahorro forzado que se conseguirá aumentar la acumulación de capital, bajo la forma de bienes intermedios.

Detengámonos un instante, con Hayek, para analizar la dinámica de los precios en la secuencia precedente. Los primeros en aumentar serán los precios de los bienes intermedios y a continuación lo harán los de los bienes de consumo. Pero el alza de los segundos, aunque más retrasada, va a ser sin duda mayor que la de los primeros. ¿Cuáles son las razones?; en primer lugar, porque la oferta de bienes de consumo se reduce necesariamente a medida que aumenta la de los bienes intermedios; de modo que el aumento de precios se acelera en un caso y se realentiza en el otro. en segundo lugar, porque los ingresos nominales han aumentado como resultado del aumento en la cantidad de dinero y, como el consumo real no se encuentra en su nivel habitual, hay que añadir dos causas de aumento de precios: aquella de "un aumento de la demanda de bienes de consumo", y la que corresponde a un "aumento de la demanda evaluada nominalmente" (p.160). Es entonces, la inversión del movimiento de los precios relativos de los bienes de consumo la que hace que la producción de tales bienes de consumo pueda ser más rentable y se surgen de nuevo incentivos para aplicar métodos menos detournée.

Además, mientras el sector bancario puede conservar el tipo de mercado por debajo del tipo natural, por inyecciones monetarias sucesivas, podrá perdurar la espiral inflacionista, el juego basculante de los precios relativos puede repetirse, y se puede mantener la acumulación de bienes de capital. La economía progresivamente sacará beneficios de la puesta en marcha de técnicas más productivas. Pero, según Hayek, el boom se sostiene a si mismo fundamentalmente por la dinámica del desequilibrio. Esta se produce por la restricción del ahorro forzado y por la frustración de una voluntad de consumo no realizada. Inevitablemente todo esto llama a la corrección futura.

Podemos abrir aquí un paréntesis para subrayar una dificultad, si no una objeción, presentada por Neisser en 1934. La puesta en práctica de métodos más prolongados, ya sean financiados voluntariamente o por ahorro forzado, conduce finalmente a un aumento del consumo real. De este modo, si los nuevos métodos se instalan efectivamente y los nuevos productos se ponen en el mercado en un lapso relativamente corto, podría ocurrir que el aumento del consumo real no haga necesario recurrir al ahorro forzado. El razonamiento de Hayek supone que la lentitud de la remodelación de la estructura productiva obliga a los consumidores a soportar las desventajas durante mucho tiempo antes de percibir las ventajas.

- Tercera parte: el cambio de coyuntura. Según Hayek, el factor desencadenante de la crisis será, casi inevitablemente, la detención de la expansión del crédito. Según Hayek, en esto hay razones evidentes. Tales razones son consustanciales a los bancos cuya situación de liquidez se deteriora rápidamente. También tales razones provienen de efectos generales "ligados a un aumento rápido y continuo de los precios" que conducen "al cabo del tiempo a detener necesariamente el proceso de inflación" (p.161). Empeñarse en continuar por esta vía entraña el riesgo de caer en la hiperinflación y en el colapso del sistema monetario. Así, cuando la creación de dinero se detiene, la demanda monetaria de bienes de consumo se expresará plenamente, mientras que la demanda de bienes intermedios cesará brutalmente.

- Cuarta fase: la recesión (o eventualmente, la depresión). Como ahora es la demanda de bienes de consumo la que domina, la rentabilidad de tal sector crecerá y los factores de producción no específicos será atraídos hacia el valle. Los procesos más prolongados se hacen rápidamente no rentables. En los sectores más alejados de la producción de bienes de consumo caerá fuertemente la demanda, los bienes específicos serán inmovilizados e inutilizados, las quiebras se multiplicarán y aparecerá el paro. La recesión se manifestará en primer lugar como un inmenso derroche de una cadena de bienes intermedios ahora inútiles. Todo lo que construyo artificialmente la fase de expansión debe deshacerlo la recesión. Si tal ajuste es particularmente lento y difícil, la economía caerá en la depresión.

Al menos, puede esperarse que los factores móviles, y entre ellos el trabajo, liberados en las fases avanzadas del proceso de producción sean empleados rápidamente por las primeras etapas. Esto no servirá de mucho según Hayek. La parada productiva es en efecto muy brutal en los sectores de consumo (las etapas avanzadas) en tanto que la recuperación de la producción en la producción intermedia (las primeras etapas) sólo puede darse progresivamente ya que hace falta remodelar la estructura material del capital. Añadamos a esto que los empresarios, frente a un porvenir incierto, "se cuidarán de hacer inversiones adaptadas a este proceso"(p.165). Finalmente, la resistencia de los trabajadores a la movilidad sectorial y geográfica, así como la intervención a contra corriente del estado pueden diferir todavía más la adaptación del aparato productivo.

En suma, si se trata de definir de un solo golpe las cuatro fases precedentes, el ciclo según Hayek, se parece a un "golpe de acordeón". Ciertamente se trata de un triple golpe de acordeón: aquel de la estructura de producción que se profundiza y luego se aplana, aquel de los precios relativos, en el que crecen primero los de los bienes intermedios y luego los de los bienes de consumo; y aquel de los tipos de interés: primero cae la tasa de mercado y luego retorna a la tasa de equilibrio.

Remarquemos finalmente que la crisis es paradójica. Se trata claramente de una crisis de sobrecapitalización, pero el único modo en que se produce la sobrecapitalización es no deseándola. Los agentes económicos, frustrados en sus deseos de consumo, rechazarán alimentar en ahorro las técnicas capitalistas puestas en funcionamiento durante la fase de boom. En este sentido también hay penuria de capitales. Como dice Hayek, utilizando una metáfora, "la situación se parecerá a aquella de la población de una isla que, después de haberse dedicado a construir una máquina capaz de responder a todas sus necesidades, se da cuenta de que ésta ha utilizado todo su capital y todo su ahorro disponible antes de que pueda dar sus productos. La isla no tendrá otra alternativa que dejar de utilizar provisionalmente la máquina y consagrar todo su trabajo a la producción de la comida sin la menor ayuda del capital" (p.165-166).

4.5 Hayek y la política económica.

Nunca el artificio del dinero podrá suplir la insuficiencia del ahorro. Frente a una depresión económica, el instrumento monetario, debe proscribirse absolutamente. Lo prudente y razonable es que el dinero mantenga su neutralidad. De ahí el principal consejo de Hayek: "Sugiero no considerar neutral más que una oferta de dinero invariable"(p.177), de manera que, "el único principio práctico de política monetaria que resulta de nuestro estudio es probablemente el principio negativo según el cual el simple deseo de aumentar la producción y el intercambio no es ninguna justificación para una expansión del crédito" (p.195).

También es evidente que debe proscribirse la expansión fiscal. En efecto, ésta se traducirá bien en un aumento del consumo público en un momento dado, en el que faltará el ahorro, o bien servirá para deformar aun más una estructura productiva que los agentes económicos no desean.

Las conclusiones de Hayek sobre la política económica se refieren a la prevención pero no al remedio: "podemos tal vez, dice él, prevenir una crisis controlando la expansión a tiempo, pero una vez que se ha declarado la crisis, no podemos hacer nada antes de que esta termine de un modo natural" (p.171) La recesión o la depresión son el precio a pagar para corregir los errores de una expansión muy rápida a la vista del ahorro que los individuos aceptan constituir.

 

5. Sobrendeudamiento y deflación: el análisis de Irving Fisher.

En un artículo publicado en 1933, Irving Fisher pone el acento en el papel del sobrendeudamiento y la deflación en las crisis económicas ("The Theory of great depressions through the debt and deflation", Econometrica. Oct. 1933).

Según Fisher, la historia económica nos enseña que existen dos tipos de fluctuaciones: las "pequeñas perturbaciones" (o "ciclos de negocios") y las grandes perturbaciones" (o ciclos propiamente dichos, cuando son realmente graves).

Esta distinción empírica es realmente crucial en el plano teórico ya que permite jerarquizar los factores que están en el origen de las fluctuaciones. Mientras estén ausentes la deuda y la deflación, las perturbaciones serán de carácter moderado. En tal caso, pueden ser suficientes las explicaciones habituales en términos de sobreinversión, sobreproducción o bajo consumo. Por el contrario, en las grandes perturbaciones, estos factores juegan un papel secundario comparado con el sobrendeudamiento y la deflación, en el sentido de que los últimos factores otorgan a los factores secundarios una nocividad que de otro modo no tendrían.

Además, el sobrendeudamiento y la deflación son objeto de una articulación compleja entre sí. En primer lugar, ambos se suceden en el tiempo: en primer lugar el sobrendeudamiento y, a continuación, la deflación. En segundo lugar, la fuerza de uno de ellos depende de la existencia del otro: la deflación es la que da al sobrendeudamiento su carácter dramático. En tercer, y último lugar, si el sobrendeudamiento puede conducir a la deflación, este nexo no es ni mecánico ni fatal. Estos aspectos se ponen en evidencia en el análisis del desarrollo del ciclo.

5.1. Origen y contenido del sobrendeudamiento:

Fisher, como Schumpeter, constata que el origen de las fases de expansión debe buscarse en la puesta a punto de nuevos recursos, en el descubrimiento de nuevas invenciones, en la aparición de nuevos sectores, en la apertura de nuevos mercados, etc. En todos los casos mencionados, la euforia de la expansión conduce a anticipar tasas de beneficios muy superiores al coste de los prestamos, lo que lleva lógicamente a financiar las inversiones con recursos del crédito, ya sea de los bancos o de los mercados financieros.

Esta lógica de actuación no desemboca necesariamente en comportamientos excesivos. En efecto, el endeudamiento se debe juzgar con respecto a la capacidad de amortizar los préstamos. Es decir, a nivel macroeconómico, el endeudamiento debe apreciarse con respecto al nivel del ingreso o de la riqueza nacional; del mismo modo que para un individuo su patrimonio y sus recursos corrientes constituyen una garantía contra el riesgo de no pago. Además, hay que tener en cuenta la distribución de los pagos en el tiempo: las restricciones impuestas por los reembolsos son mucho más fuertes en el caso de préstamos a corto plazo que en el caso de compromisos diferidos. En una expansión muy rápida, se pueden degradar los índices de liquidez de las empresas y de los particulares, con lo que la deuda se puede convertir en una carga más pesada, los compromisos de pago se pueden aproximar unos a otros, y se puede desarrollar la especulación al alza de la deuda sin la necesaria cobertura. Todas estas condiciones están en la base del sobrendeudamiento.

5.2. Boom, burbuja y crack.

La "burbuja de la deuda" se desarrolla en la euforia de las perspectivas de crecimiento de los beneficios. Los síntomas más visibles aparecen en los mercados financieros; particularmente en la bolsa, donde las acciones de las empresas sobrendeudadas alcanzan niveles que no guardan relación con su valor real, y los especuladores se entregan a operaciones cada vez más arriesgadas.

El crack se producirá como consecuencia de un reajuste brutal de las expectativas. Los mercados financieros, hasta ahora impasibles por las perspectivas de alza nunca desmentidas, descubren súbitamente que, según la expresión bursátil, "los árboles nunca crecen hasta el cielo". Estos mercados se desplazan todos juntos de una posición al alza a una posición bajista general. El crack, o el hundimiento del valor de las acciones, marcará así el primer golpe de la fase de depresión: el de la liquidación de activos financieros.

5.3 El desencadenamiento de la depresión:

Fisher propone un análisis de la depresión como un recorrido de nueve etapas:

1) La primera es la liquidación de deudas. El imperativo del momento es vender para amortizar. Los especuladores en descubierto tratarán de vender sus títulos para saldar posiciones. Las empresas ofrecerán su producción y sus activos, para obtener la liquidez que los mercados financieros no son capaces de ofrecerles. Las quiebras masivas convierten por doquier las ventas en catástrofes. Por supuesto, los agentes de cambio y bolsa y los bancos también están pillados en este movimiento.

2) En el sistema bancario, la aritmética de los pagos y cancelaciones masivas de los antiguos créditos y el estancamiento de la demanda de nuevos créditos conducen mecánicamente a la contracción de los depósitos y de la masa monetaria. Debido a la disminución sensible del ritmo de los negocios, relacionado con la traumática crisis de liquidación, la velocidad de circulación del dinero disminuye, lo que también reforzará los efectos de la contracción monetaria.

3) La tercera etapa es una bifurcación. Llegados a este punto, los acontecimientos amenazan con hacer caer a la economía en una depresión mayor. Las ventas precipitadas, la contracción del crédito y la disminución en la velocidad del dinero se conjugan para hacer bajar los precios. Esta deflación se puede amortiguar, ya sea espontáneamente porque la demanda reaccione positivamente a la disminución de precios, o a través de medidas apropiadas de política económica. Si no ocurre ninguna de las dos cosas, la situación económica se agravará brutalmente.

La razón de tal agravamiento "proviene de que la deflación ocasionada por la deuda afectará ahora a la propia deuda"(p.172). En efecto, la liquidación de deudas precipita la caída de precios. De este modo, si la amortización de deudas no puede seguir el ritmo de la deflación, la deuda aunque menor en términos nominales, se hace mayor en términos reales. Fisher resume este mecanismo en una formula contundente: "los deudores deben más en cuanto más pagan" (p.173).

Según Fisher, esta es una de las amenazas más características de la gran depresión (octubre de 1929- a marzo 1933): "la liquidación había reducido las deudas en alrededor del 20 por ciento pero había aumentado el dólar alrededor del 75 por ciento. La deuda real, es decir, la deuda medida en mercancías, había aumentado cerca del 40 por ciento" (p.173) (en efecto: (1-0.2)(1+0.75)=1,4).

En cuanto la economía opta por esta bifurcación desafortunada, los acontecimientos proseguirán con un encadenamiento en cascada cuyos nexos son evidentes:

4) El valor neto de las empresas caerá rápidamente. Este valor está doblemente afectado por el valor decreciente de los activos y por el aumento real de las deudas.

5) Los beneficios de las empresas caerán igualmente en picado. En este caso por la rigidez relativa de los costes y por la caída de los precios.

6) Desvalorizadas las empresas y con los márgenes de beneficios en niveles muy bajos o nulos, se reduce la actividad económica. Las empresas despiden trabajadores o se declaran directamente en bancarrota.

7) El pesimismo general se instala entre las empresas y en el ambiente de los negocios.

8) De todo esto resultará un aumento en la tendencia al atesoramiento, y aparece una nueva causa de la disminución de la velocidad de circulación del dinero.

9) Los tipos de interés tienen un comportamiento muy particular durante todo el proceso. Por su parte, la caída de la demanda de crédito hace caer los tipos nominales; pero la deflación hace crecer los tipos reales, lo que refuerza la necesidad de amortizar los créditos y desincetiva la financiación de la inversión.

En resumen, Fisher considera que las dos variable principales (sobrendeudamiento y deflación) influyen sobre las siete variables secundarias (cantidad de dinero, velocidad de circulación, valor patrimonial neto de las empresas, beneficios, la actividad, la confianza, y tasa de interés). Pero él también tiene cuidado de señalar que en el mundo real pueden observarse otros mecanismos, y que la secuencia lineal que él propone no constituye la mejor de las representaciones posibles. En efecto, la crisis se describirá mejor en términos de un "proceso interactivo en el que cada factor influye y es influido por todos o por parte de los demás factores" (p.171-172).

5.4. La necesidad de la intervención pública:

Evidentemente existen mecanismos endógenos de recuperación que pueden asegurar una salida natural de la depresión. Así, por ejemplo, si la espiral deflacionista termina por eliminar el endeudamiento, esto se deberá sin lugar a dudas al impago y a la quiebra de numerosos deudores. Por otra parte, en el fondo de la depresión, subsiste una demanda mínima de artículos de primera necesidad, lo que obliga a conservar inventarios y a mantener las inversiones en algunos sectores. Además, una vez que se ha producido la contracción monetaria, la continuación de la deflación terminará por reconstituir los encajes y por restablecer su poder de compra.

Pero este proceso espontaneo es una "sucesión inútil y cruel de quiebras, paro y hambre" (p.175). En efecto, la política económica puede romper el proceso acumulativo y retroactivo de deflación y endeudamiento. En el contexto coyuntural de la época, la posición de Fisher toma la forma de un apoyo explícito de la política del New Deal. Fisher afirmará sucesivamente:

(1) El rumbo del movimiento de deflación fue invertido por la política dirigida por el presidente Roosevelt;

(2) Si no hubiese existido tal política, la economía estadounidense se hubiera hundido sin remedio en la depresión;

(3) El gobierno podría haber intervenido antes y cuanto antes mejor;

(4) Una intervención inmediata podría haber prevenido la depresión.

(5) Puestos a extraer conclusiones generales, las políticas de relanzamiento pueden evitar las grandes depresiones.

Evidentemente nos encontramos en las antípodas de la posición de Hayek. Frente al riesgo de una depresión profunda, el estado debe intervenir, y su intervención fue eficaz en octubre de 1933 durante la gran crisis. Más adelante veremos que Keynes partiendo de otros postulados y con un análisis más ambicioso llegará a la misma conclusión.

6. LA TEORÍA DE LOS CICLOS DE SCHUMPETER:

La obra de Joseph Allois Schumpeter (1893-1950), al igual que la de Marx, combina estrechamente la teoría económica, la sociología y la historia. Su proyecto es del mismo calado y se propone estudiar la naturaleza, el funcionamiento y el porvenir del capitalismo desentrañando la lógica interna de su evolución, sus contradicciones posibles y los riesgos de degeneración que presenta. La ambición de Schumpeter se afirma y crece, de un trabajo a otro. En la primera edición de la Teoría de la Evolución Económica (1912), presenta un primer modelo del ciclo económico. En La segunda edición de esta obra y luego en su monumental Business Cycles (1939) prolonga y amplía el proyecto inicial. Finalmente, en Capitalismo, Socialismo y Democracia (1942), Schumpeter se propone responder a dos cuestiones centrales: ¿puede sobrevivir el capitalismo? y ¿puede funcionar el socialismo?. Si añadimos su Historia del Análisis Económico (1954), a la que dedica ocho años y que no logra concluir, tendremos las obras esenciales de uno de los autores más fecundos y originales de la historia del pensamiento económico.

La obra de Schumpeter nos ofrece en su evolución, su coherencia y su totalidad, una visión de conjunto del sistema capitalista. Es decir, sus objetivos van mucho más allá de lo que podemos cubrir razonablemente en el curso. A riesgo de caer en el reduccionismo, por otra parte tradicional, nos limitaremos al análisis Schumpeteriano de los ciclos, una teoría que todavía forma parte común del patrimonio de la economía.

6.1. Las dos fuentes de la ruptura del estado estacionario: la innovación y el crédito.

Antes del capitalismo reinaba "la economía estacionaria". Esta economía es circular, en el sentido de que los fenómenos que en ella se encadenan forman un círculo cerrado que garantiza su autorreproducción. Este circuito es estacionario en el sentido de que el sistema está gobernado por comportamiento inmutables, cualquiera que sean las modificaciones que se produzcan en el entorno. La economía estacionaria se reproduce idénticamente de un período a otro. Su lógica interna no produce ningún cambio capaz de alterar el curso de las cosas. Por consiguiente, esta economía es capaz de adaptarse y absorber las variaciones externas que la perturben, pero no es capaz de evolucionar; es decir, no es capaz de producir modificaciones endógenas.

Analíticamente, la expresión formal de la economía estacionaria es el equilibrio general walrasiano. En tal esquema, no existen los empresarios, en el sentido Schumpeteriano del término, sino simples explotadores que no obtienen ni beneficios ni pérdidas, que no toman riesgos y que no conocen la incertidumbre. En ese contexto, en el que no es necesario establecer un nexo entre el presente y el futuro, el dinero no es más que un intermediario neutro de los intercambios del que constituye un "velo".

Este marco de análisis, adecuado según Schumpeter para explicar lo que ocurrió durante siglos, se convierte en una ficción cuando la vida económica modifica ella misma los datos y los comportamientos, como resultado de procesos puramente endógenos. En este caso abandonaremos el mundo de la estática para pasarnos al de la dinámica, y dejaremos el circuito estacionario para pasarnos al de la evolución. Esta ruptura cualitativa nace de la innovación y del crédito, elementos fundacionales del capitalismo. Según Schumpeter, el capitalismo es "una forma de economía de propiedad privada en la que las innovaciones se ponen en marcha con la ayuda del dinero prestado"(p.223).

Analíticamente, la innovación se define en Business Cycles como una modificación de la función de producción. Empíricamente la definición es más amplia. Las innovaciones resultan en efecto de cinco rubricas: (1) la aparición de un producto nuevo; (2) la introducción de una nueva tecnología; (3) la apertura de un nuevo mercado; (4) la puesta a disposición de nuevas materias primas; (5) el surgimiento de nuevas formas de organización.

La observación de los hechos muestra que el surgimiento de innovaciones obedece a características particularmente estables. Su puesta en marcha supone, en primer lugar, la presencia de empresarios innovadores cuyo papel consiste en insertar en el sistema productivo las invenciones aportadas por el progreso de la ciencia y la técnica o en explotar las oportunidades ofrecidas por nuevos mercados o por nuevas materias primas. Estos empresarios innovadores son escasos. Se trata a menudo de personas con nueva mentalidad que dan origen a empresas nuevas. Pero, una vez que ellos adopten con éxito las innovaciones, serán seguidos por una ola de empresarios imitadores que difundirán las innovaciones en toda la rama industrial en la que estas se aplican. Por esa razón, según Schumpeter, las innovaciones se suelen concentrar en ciertos sectores de la economía.

Por otra parte, la puesta en marcha de las innovaciones exige medios financieros importantes. Según Schumpeter, la mayor parte de las innovaciones sólo se pueden llevar a término con la construcción de nuevos equipos, a menudo asociados, además, a la creación de nuevas empresas. Los recursos que permiten al empresario atraer los medios de producción utilizados en otras ramas o empresas de la economía, provendrán prioritariamente de la banca. En consecuencia, es el banquero el que asume el riesgo aportando la financiación indispensable.

El empresario y el banquero son entonces las dos figuras emblemáticas del capitalismo. Sin embargo, sin lugar a dudas, el auténtico héroe del sistema Schumpeteriano es el empresario. Las razones que permiten al empresario escapar del círculo de comportamientos rutinarios propios del estado estacionario, se deben buscar en sus facultades de anticipación, en su voluntad de vencer, en la combinación preciosa de sueños y de calculo económico, en la mezcla creativa del principio del placer y del principio de realidad, etc.

6.2 las dos fases del ciclo: prosperidad y recesión.

El movimiento cíclico fundamental comprende dos fases: la prosperidad y la depresión.

Durante la primera fase, la economía se aleja progresivamente de una posición de equilibrio inicial que corresponde al equilibrio estacionario walrasiano. Esta situación de equilibrio es favorable a las innovaciones. En efecto, aunque las invenciones conducen al progreso general de los conocimientos y pueden por tanto desarrollarse de un modo continuo, las innovaciones tienden a nacer en coyunturas estables que limitan el riesgo de fracaso. A medida que estas se difunden, por el contrario, se hace cada vez más difícil prever la evolución de los costes (porque las empresas compiten entre ellas para adquirir los factores de producción) y de los ingresos (debido a que la expansión de la producción hace más difícil la colocación del producto). La introducción de las innovaciones se hace entonces cada vez más arriesgada y su ritmo se ralentizará de un modo natural. De esto resulta que las innovaciones tienden a aparecer de manera cíclica y a concentrarse en la vecindad del equilibrio económico, y a constituirse de este modo, como dice Schumpeter, en "racimos".

Las innovaciones, a medida que se coronan con éxito, suscitan la imitación. Los métodos nuevos son objeto de plagio, eventualmente de mejora, y este proceso es más rápido en cuanto sea relativamente más fácil. El innovador, será el encargado de probar los nuevos métodos y técnicas de producción y de crear el mercado de nuevos productos . Las pruebas más difíciles se habrán superado, una vez que esté instalado el innovador.

La fase de prosperidad del ciclo se desarrolla durante el período de difusión. Esta está acompañada por "el trastorno" o la reconversión de las estructuras económicas. El empresario innovador es el primero en conquistar los nuevos mercados y consigue con ello hacerse con una ganancia de monopolio. Sus ventajas iniciales corren el peligro de verse rápidamente laminadas por la competencia de imitadores. Por otra parte, los empresarios innovadores consiguen los nuevos recursos de los que carecen haciendo aumentar su precio. Las empresas que no participen en este movimiento general sufrirán, al mismo tiempo, el alza de los costes y la caída de su demanda debida a la nueva distribución de los mercados. Así mientras aparecen las ganancias en manos de algunos, en las de otros aparecerán las pérdidas. Toda la economía entra así en una fase de "destrucción creativa", que para Schumpeter, caracteriza y define la fase de expansión.

Sin embargo, sin darse cuenta, la economía pasará a una fase de recesión. Las innovaciones son ahora generalizadas y la competencia ejerce plenamente sus efectos. Las ventajas relativas de los empresarios innovadores han desaparecido completamente. Las técnicas nuevas se convierten en la norma común, los equipos instalados y puestos en funcionamiento permiten satisfacer plenamente la demanda de mercado, y los precios tendrán ahora la tendencia a caer. Por otra parte, los beneficios obtenidos permiten reembolsar los créditos y la escasez de innovaciones limita la demanda de nuevos créditos. En consecuencia, la masa monetaria tiene la tendencia a contraerse, lo que acentúa la caída de los precios. Las quiebras de las empresas marginales se multiplican, víctimas, al mismo tiempo, de la pérdida de cuota de mercado y de la deflación.

Cuando el proceso alcanza su fin, se alcanzará un nuevo equilibrio macroeconómico. Este difiere sin duda del equilibrio precedente: la producción per-cápita es ahora más elevada, pero sobre todo se han producido cambios estructurales. Los productos que hay ahora no son los de antes, la estructura de precios relativos ha sido modificada completamente, las empresas nuevas han prosperado y otras han desaparecido, los capitales han cambiado de sitio y las personas de empleo. Sin ninguna duda, estos procesos cualitativos constituyen la parte esencial del proceso.

6.3. La ola secundaria del ciclo:

La prosperidad y la recesión constituyen la ola primaria del ciclo. Su ritmo está marcado por las innovaciones y por la imitación, y ésta es la ola cualitativamente más importante. Pero sobre este movimiento de fondo se superpone una ola secundaria, que surge de la primera y que amplifica considerablemente su perfil. Esta ola secundaria es cuantitativamente la más importante.

El flujo portador de la ola secundaria resulta, en primer lugar, de los efectos inducidos de los sectores innovadores sobre los sectores tradicionales. Debido al juego de las complementaridades industriales y a las proximidades locales, la expansión de los primeros puede ocasionar efectos de arrastre sobre los segundos. Por otra parte, la distribución de los ingresos suplementarios en las ramas motrices hace aparecer nuevos gastos en bienes de los sectores más tradicionales. En resumen, el efecto acumulativo puede acentuar la prosperidad y este mecanismo puede considerarse sin lugar a dudas como algo sano para la economía.

Pero la economía, debido al juego de las expectativas, corre el riesgo de ir demasiado lejos. La ola de optimismo que nace de la prosperidad puede hacer que los empresarios se formen expectativas equivocadas. De ello resultarán inversiones arriesgadas, riesgos contagiosos, formas peligrosas de especulación, etc., que aumentarán en exceso las inversiones y el endeudamiento.

Cuando los hechos desmientan las previsiones, lo que ocurrirá tarde o temprano, la ola secundaria caerá. En ese momento, se pondrán al descubierto los excesos y los errores y aparecerá la amenaza de una "liquidación anormal" de bienes y empresas. Como resultado se acentuará considerablemente la caída de precios y la economía se instalará en una fase de depresión. Por esa razón, la economía pasará de largo por el equilibrio al que la hubiera conducido una simple recesión y continuará hasta que la rigidez relativa de los salarios a la baja se junte con una demanda mínima de bienes de consumo creando las condiciones que jugarán un papel natural de amortiguamiento. Así, se alcanzará un nuevo equilibrio. Schumpeter tiene cuidado de subrayar que las espirales deflacionistas tienen la tendencia a autoreforzarse y que, en consecuencia, puede ser deseable que el gobierno intervenga antes de tocar fondo en la depresión.

En cualquier caso, la superposición de la ola secundaria y de la ola primaria conduce a un ciclo de cuatro fases: prosperidad, recesión, depresión y recuperación.

6.4. Los tres ciclos:

Si las innovaciones están en el origen de los ciclos, de ello no puede concluirse que éstas den lugar a un sólo movimiento. Hay múltiples razones para pensar que éstos ciclos se van a superponer unos a otros y que sólo podemos observar el resultado de tales oscilaciones.

Esto es así porque, en primer lugar, las innovaciones surgen de maneras bien diversas. Los "períodos de gestación" y las "velocidades de difusión" no son siempre las mismas. Además, algunas innovaciones mayores exigen la instalación de equipos particularmente pesados que serán construidos de un modo discontinuo. De esto resulta que hay unos ciclos más largos que otros, que nacen en momentos diferentes y que se superponen e interfieren mutuamente en su desarrollo. Finalmente, un ciclo original puede dar lugar a otros por sus efectos inducidos en dominios alejados de la innovación original.

Frente a la multiplicidad y complejidad de estas interdependencias, nos encontramos con que será imposible establecer una teoría general de los ciclos y de la evolución económica. No nos queda entonces más remedio que acudir a la historia económica, que será la única capaz de dar cuenta de las características particulares de cada período. Schumpeter, no excluye a priori que la investigación histórica y estadística sea capaz de proponer una visión de los movimientos coyunturales que son el resultado de composiciones de ciclos elementales. Esto es precisamente se propondrá Schumpeter, intentando reproducir las fluctuaciones de la economía americana como la superposición de tres ciclos elementales y para un período que abarca del principio del siglo XIX hasta los años 30.

Estos tres ciclos elementales son los siguientes:

1) Los ciclos cortos, o ciclos Kitchin (el economista que los identificó por primera vez), con una duración media de 40 meses. Como norma general se considera que estos dan cuenta de los movimientos de inventarios.

2) Los ciclos de medio plazo, o ciclos Juglar (un economista francés que los analizó en 1860), con una duración promedio de una decena de años, y que son los ciclos que habitualmente estudia la teoría económica.

3) los ciclos de largo plazo, o ciclos de Kondratief (un economista ruso cuyos trabajos empíricos publicados entre 1922 y 1925 pretendieron demostrar su existencia), con una duración media de 60 años. Aunque la existencia de tales ciclos es fuertemente criticada, Schumpeter acepta la hipótesis de Kondratief e identifica, en el período estudiado, tres ciclos de este tipo, cada uno de ellos asociado a una innovación esencial. El primero cubre los años 1780-1842 (algodón, hierro, máquina de vapor), el segundo los años 1842-1897 (ferrocarriles y acero) y el tercero empezaría en 1898 (electricidad, química y automóviles).

Schumpeter constata empíricamente que hay seis Juglar en un Kondratief, y tres Kitchin en un Juglar. Estas regularidades estadísticas le permiten descomponer y luego recomponer el perfil coyuntural de los Estados Unidos. De este modo, puede "explicar", la duración y la gravedad de las depresiones de 1825-1830, 1873-1878 y 1929-1934, por la coincidencia de las fases descendentes de los tres ciclos elementales.

Estas tesis, desarrolladas y largamente argumentadas en Business Cycles, fueron, sin embargo, mal recibidas en su tiempo y fueron objeto de numerosas críticas. En primer lugar, se argumenta, es imposible relacionar los Kitchin con los procesos de innovaciones ya que se trata de ciclos de adaptación. Al contrario, si los Kondratief pueden surgir de innovaciones principales, estas últimas parecen depender en mayor medida de accidentes de la historia que de la regularidad de las olas de innovaciones. además; por otra parte no es fácil imaginar "olas secundarias" para los Kitchin ni para los Kondratief. Es decir, la teoría Schumpeteriana, aunque parece pertinente para los Juglar, no parece demasiado aplicable a la recomposición empírica de los tres ciclos.

Pero, más allá de tales críticas, no debemos olvidar el contexto intelectual en que se inscribe la aparición de Business Cycles. En 1939, los debates suscitados por la teoría general ocupan la parte delantera del escenario. Los problemas que se discuten son los de la existencia de un equilibrio con desempleo. Vistos desde la perspectiva de un modelo agregado, cuyas ambiciones se limitan al corto plazo, y cuyas cuestiones esenciales se refieren al papel de la política económica, los trabajos de Schumpeter aparecen como desfasados con respecto a su tiempo.

Durante mucho tiempo, sin embargo, se pensó que la gran ambición de sus propósitos, el eclecticismo de su método, el carácter histórico de su investigación y la ausencia de formulación condujeron a Schumpeter a un callejón sin salida. Actualmente, después de décadas de admiración respetuosa y marginal, el desarrollo del análisis empírico y de las técnicas econométricas así como las investigaciones recientes en historia económica (la llamada cliometría), han conducido a una reevaluación de esta obra y han dado lugar a una escuela "neo-shumpeteriana".